Lleva año y pico de matraca el Barça, quejándose de las decisiones acertadas de los árbitros cuando éstas no les favorecen y, sobre todo, cuando no perjudican al Madrid. Porque no se puede decir que no señalar penalti en una jugada como la Mendy con Braithwaite, o sea, en la que no hay penalti, se esté beneficiando al Madrid. Una decisión acertada nunca es un beneficio (en el sentido de privilegio o de sacar provecho), a no ser que la vara de medir para considerarte beneficiado la pongan a la misma altura que el tratarte con justicia. Es decir: si para un culé decir “el Madrid recibe un trato justo” es lo mismo que decir “el Madrid es beneficiado por el árbitro”, entonces sí, se puede hablar de beneficio arbitral en el clásico.

Pero es que los lloros están más fuera de lugar que habitualmente, ya que viene el Barça de llevarse los tres puntos ante el Valladolid, pero no se puede decir que ganaran al equipo de Pucela, porque quien ganó ese partido fue el árbitro. Está reciente, no hace falta comentar lo que pasó, fue el partido anterior. Y con la derrota ante el Madrid, derrota predecible por otra parte (visto el nivel al que son capaces de jugar uno y otro), los blaugrana se pusieron a llorar al mismo colectivo que la jornada anterior les había regalado una victoria que ellos por sí mismos no habían logrado.

Que el Barça siga hablando este año de los árbitros, y en concreto de un imaginario penalti, cuando el Madrid es uno de los cuatro o cinco equipos con peor balance de penaltis a favor y en contra de las cinco grandes ligas (conformadas por un total de 98 equipos), y en la española en concreto, el que peor…. En fin, es ridículo. Produce vergüenza ajena.

El Madrid tiene un problema: va justo de gasolina. Tiene un once titular que puede funcionar muy bien, y que es capaz de doblegar a cualquier equipo europeo o, al menos, de plantarle cara. El Barça no puede afirmar lo mismo, y por eso el marcador global que sufrió en su eliminatoria contra el PSG (derrota 4-1 y empate 1-1, para un total de 5-2), es exactamente lo mismo que la suma de los resultados contra el Madrid en Liga (derrota en la ida por 1-3 y derrota en la vuelta por 2-1, total 5-2).

Lo malo para el Madrid es que, más allá del once titular, ahora mismo no hay nada, salvo Valverde y Rodrygo. Y quizá Lunin. Pero el portero no hace falta rotarlo. Los jugadores que podrían competir por un puesto en el equipo, o incluso ser titulares por encima de los que ahora mismo están saltando al terreno de juego, se encuentran en la enfermería. Algunos con residencia permanente, como Hazard y Ramos.

Así que Zidane tiene que exprimir a los pocos jugadores de la plantilla que aúnan calidad y salud. O sea, poner un once titular y esperar que ninguno se lesione y que de tanto jugar no termine viniéndose abajo físicamente.

Fueron estas cosas las que permitieron al Barça respirar en la segunda parte ayer, y no marcharse del Alfredo Di Stéfano con una goleada.

La lesión de Lucas Vázquez, al borde del descanso, dio entrada a Odriozola. Lo cual es como decir que se le abrió un canal al Barça, con línea directa a la portería de Courtois. Sin la lesión de Lucas Vázquez el partido no habría cambiado mucho su curso y eso, por más que lo obviemos en los análisis postpartido, es algo que todos sabíamos que ocurriría en el mismo instante en que Odriozola sustituyó al gallego.

Pero con agujero en la defensa incluido, el Madrid fue el que tuvo las ocasiones más claras, para haber hecho el tercero y haber cerrado el encuentro. Hasta que las piernas dejaron de responder.

Entonces Zidane hizo algo que muchos le habrían criticado de salir mal, pero que como salió bien, es posible que esos mismos lo consideren una genialidad. Metió a Mariano, Isco y Marcelo, por Benzema, Kroos y Vinicius. No fue ni una genialidad, ni nada. Por muy malo que sea el rendimiento de los primeros, si los segundos están físicamente agotados, habrá que meterlos. Aunque el único motivo sea, que lo es, que entren piernas frescas.

Hay que tener en cuenta que el Madrid afrontó los últimos minutos con un jugador menos y con todos esos jugadores, que estaban ahí por necesidad, pero que a estas alturas de la película no es que sean carne de banquillo, es que son carne de relleno del banquillo.

Con Mariano, Isco, Marcelo y Odriozola sobre el césped y contra diez, el Barça no fue capaz de empatar el encuentro. Pero la culpa es del árbitro, según los Piqué y Koeman. Le doy la razón a Modric cuando, al terminar, le dijo a Piqué: “Ahora a rajar, eh…”. Es lo que mejor se les da. Hablar. Esa es su virtud, la narrativa. Ese es el ADN Barça, contar historias.

La historia, inventada, de que Franco les perjudicaba. De esto hay documentación suficiente y accesible, para que el que quiera pueda ver cómo es algo falso: La ayuda del franquismo en el fichaje de Kubala (el mejor jugador de la historia del club hasta la llegada de Cruyff), las medallas impuestas por el club al dictador, la recalificación del campo de Les Corts para sanear cuentas (porque esto de arruinarse no es nuevo en el més que un club)… La realidad parece más una historia de amor, que una enemistad. Es obvio, ninguna entidad deportiva sobrevive a 40 años de dictadura si no es con la connivencia del dictador.

La historia convertida en leyenda del cruyffismo (de la que el que menos culpa tiene es el propio Johan Cruyff, por cierto). Con Cruyff en el banquillo ganaron 4 Ligas, 1 Champions, 1 Recopa de Europa y 1 Copa del Rey. Buen palmarés, pero, en ocho temporadas dirigiendo al equipo, tampoco es para volverse locos. Y menos aún si tenemos en cuenta que 3 de dichas ligas las ganaron en la última jornada, a la que llegaron en segundo lugar. Las famosas dos ligas de Tenerife y la del penalti de Djukic…

Pues a ese equipo que ganó un buen puñado de títulos, pero que ni fue dominador en Europa, ni andaba sobrado en las competiciones nacionales, a ese equipo le llaman el “Dream Team” y a su estilo de juego, “el cruyffismo”… Y, bueno, ya sabemos toda la narrativa que hay en torno al cruyffismo.

La historia falsa de que Franco impidió que Di Stéfano jugara para el Barça, forzando las cosas para vestirle de blanco. Más allá de que es difícilmente creíble que, entre sus preocupaciones políticas, a Franco le importara demasiado quién ganara los partidos de fútbol, podríamos dar la versión extendida de lo que realmente ocurrió, o la corta. Daremos la corta: por un follón legal, para hacerse con Di Stéfano había que pagar a dos clubes: River Plate y Millonarios. El Barça sólo pagó a River Plate y se negó a pagar a Milllonarios. Entonces llegó el Madrid y pagó a Millonarios y luego pagó al Barça lo que la entidad blaugrana había pagado a River. O, dicho de otro modo, Di Stéfano jugó en el equipo que más dinero estuvo dispuesto a pagar por él. Y lo demás, mitología culé.

La historia de que el Barça ganaba gracias a su escuela y filosofía futbolísticas, identidad identitaria inculcada a sus canteranos… Porque como todos sabemos, los Messi, Iniesta y compañía, habrían sido jugadores malísimos si se hubieran desarrollado en las canteras de otros equipos. Historia que estaría incompleta si no incluyera a la némesis blanca: la supuesta política del Real Madrid, que incapaz de tener una cantera productiva, tiraría de billetera para hacer fichajes y compensar sus carencias… Aquella historia se titulaba “Cantera contra cartera”. Y todos sabemos cómo termina: con el Barça arruinado, porque no sólo se gastaba cantidades ingentes de dinero en fichajes, sino que sobrepagaba a los propios canteranos, no fuera a ser que en realidad estuvieran allí más por el dinero que por el amor.

Las historias de la Saga Neymar:

En los primeros episodios, mientras que Florentino Pérez rechazó fichar a un Neymar que no había salido de Brasil, porque la operación le salía por unos 150 millones, ellos habían fichado al brasileño por 57 millones… no, por 50 y punto. Bueno, sí, algo más. Y como es más de lo declarado, pagamos a Hacienda la multa que nos ha puesto, y algo más, porque hemos ocultado algunas cosas que aún Hacienda no ha descubierto….

En los últimos episodios: Ficharemos a Neymar, el PSG no podrá retenerlo y el brasileño se rebajará el sueldo para volver a jugar con nosotros, porque todo el mundo quiere jugar en el Barça al lado de Messi… Bueno, no hemos podido ficharle pero porque nos pedían dinero, que si no…

Recientemente, las historia de “Laporta va a fichar a Haaland”. Laporta, sin dinero, ficharía al jugador que todos los grandes clubes desean fichar. Deberían llamarlo: “El Neymar rubio”.

Y luego las historias cotidianas, también calificables como “la matraca”, de que cuando el Barça gana es porque juegan bien, hacen fútbol bonito, el estilo no se toca… y de que cuando gana el Madrid es porque es el equipo del Estado, porque Franco, Aznar y Cristóbal Colón han conspirado contra ellos, porque el rival se deja, o porque los árbitros benefician al Madrid. Aunque luego el saldo arbitral diga exactamente lo contrario. No algo distinto, sino lo contrario.

Historias, historias, historias, historias… Ese, y no otro, parece ser el ADN Barça. Y ahora, a rajar, eh.

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