Vinicius está mal, Vinicius no está jugando bien, Vinicius ha hecho declaraciones polémicas, Vinicius está distraído por el Balón de Oro, Vinicius no se entiende con Mbappe, Vinicius le hace gestos a la grada, Vinicius esto, Vinicius lo otro…. Y, al final del día, Vinicius te gana el partido. Incluso en este Madrid dubitativo en el que Mbappe no se encuentra y Ancelotti se agarra a un Modric postcrepuscular para poner algo de orden.
Si no fuera por el antimadridismo sociológico, tendríamos una imagen de Vinicius completamente distinta. Pero el antimadridismo sociológico ha embarrado tanto su figura que no nos damos cuenta del jugador que es, incluso cuando admitimos que se merece el Balón de Oro. Si el brasileño sigue un par de años más por la senda del crecimiento constante, añadiendo recursos a su fútbol o mejorando los que ya tiene, dominando cada vez más la escena, el momento del partido y de la temporada… habrá que empezar a situarle entre los más grandes de la historia. A nivel de clubes al menos.
Si lo comparamos a Ronaldinho, por ejemplo, éste llegó al Barça con 23 años, estuvo 5 temporadas (hasta los 28) y en 207 partidos marcó 94 goles y repartió 71 asistencias. Es decir, produjo en torno a 0,8 goles por encuentro. Fue decisivo en una Champions y en las dos ligas que ganó.
Vinicius ya ha conseguido dos Champions y tres ligas. Tiene actualmente 24 años. Sus datos, a día de hoy, son de 87 goles y 82 asistencias en 276 partidos con el Madrid, lo que arroja un promedio de 0,6 goles producidos por encuentro. Es decir que, si tomamos toda su trayectoria en el Madrid el promedio es inferior (aunque no demasiado) al de Ronaldinho. Pero es que aquí hay una trampa. Si Dinho llegó al Barça con 23 años, Vini lo hizo al Madrid con 18. Ronaldinho llegó al Barça en su plenitud y Vini siendo un jugador en formación. Si contáramos sólo desde la temporada pasada (cuando Vini alcanzó la edad con que el otro llegó al Barça) los datos serían 24 goles y 11 asistencias en 39 encuentros dicha temporada y 4 goles más 7 asistencias en los 11 encuentros que llevamos de esta. Es decir, 46 goles producidos en 50 encuentros. Un promedio de 0,9 por partido. Mejorando las cifras de Dinho. Y si alargamos la cosa haciendo el corte en su temporada de explosión, la 2021 – 2022, Vini habría producido 132 goles en 157 encuentros, lo que arroja un promedio de 0,84, ligeramente superior al 0,8 de su compatriota. Pero es que, en estas tres temporadas y pico, los números de Vini han servido para ganar dos Champions, dos Ligas, una Copa del Rey… Más que la única Champions de Dinho, las dos ligas y ninguna Copa en las cinco temporadas que estuvo en el Barça. No cuento supercopas ni mundialitos, porque me parecen trofeos muy menores para incluir en esta comparativa.
Además, hay que contar con que Vinicius ha hecho esos números en momentos clave. No sólo ha marcado en las dos finales que ha jugado, sino que ha dejado su sello en todas las rondas de la Champions que ha disputado desde hace 3 años. En todas.
En el año de La Catorce, marcó dos goles y repartió cuatro asistencias en la fase de grupos. Asistió a Benzema en octavos (y apareció en la foto de los tres goles que hizo el francés) ante el PSG. También le asistió, tanto en la ida como en la vuelta, contra el Chelsea, en cuartos. Se inventó un gol, en jugada individual, en semifinales ante el City. Hizo el único gol validado de la final ante el Liverpool.
Además, si Karim ganó merecidamente el Balón de Oro ese año, en su canto del cisne, su gran escudero, sin duda ninguna, fue el brasileño. Benzema venia siendo el más destacado del equipo desde el adiós de CR7, pero estaba muy solo hasta que Vinicius explotó y fue para el francés lo que éste había sido anteriormente para el portugués. De este modo, Vinicius permitió a Benzema firmar los mejores números de su carrera y ante los mejores equipos de Europa, ocultándonos que estaba en el comienzo de su declive físico.
El año siguiente ya es Vini el que tiene que empezar a tirar del equipo, ante el inocultable bajón del entonces capitán. En esas circunstancias produce cuatro goles y una asistencia en la fase de grupos; dos goles y dos asistencias ante el Liverpool en octavos; dos asistencias ante el Chelsea en cuartos y se inventa, en otra jugada individual, el único gol del Madrid ante el City, en la ida de semifinales. En la vuelta el City pasaría el rodillo y aplastaría al Madrid, eliminándole del torneo.
Ya el año pasado, Vinicius asume totalmente los galones de estrella del equipo, aunque empieza entre lesiones y Bellingham arrasa en sus primeros meses. Las lesiones le impiden jugar más de tres partidos en la fase de grupos. No obstante, en ese interludio el brasileño deja dos goles y tres asistencias. Luego, en octavos, marca un gol al Leipzig; en cuartos da dos asistencias ante el City (le contarían tres si en el gol del partido de vuelta Rodrygo la hubiera metido de primeras y no al segundo remate); en semis le hace dos al Bayern y en la final vuelve da marcar, esta vez ante el Dortmund.
Como se ve, Vinicius no sólo está a la altura, estadísticamente, del mejor Ronaldinho, un jugador con el que le considero medible por sus posiciones y funciones en el campo, sino que hace sus números apareciendo en los partidos importantes. Ante el Barça, por ejemplo, ya ha marcado 7 goles y dado 4 asistencias. El madridista sólo necesita longevidad en la élite del fútbol (y no mucha, con un par de temporadas más basta) para superar a su compatriota como figura histórica, al menos a nivel de clubes. Lo de la selección es otro mundo, porque lo que había alrededor de Dinho no es comparable a lo que hay hoy en la Canarinha.
Por otra parte, en el Madrid, el año pasado le trajeron a un Bellingham que aterrizó en la capital de España con un juego y unos números que provocaron que se le comparara con Di Stéfano. Y muchos se alzaron para reclamar la corona de mejor jugador del equipo y, quizás, del mundo, para el inglés. Pero en cuanto el brasileño dejó atrás las lesiones que le lastraron al principio, dejó claro que, siendo el inglés muy bueno, él era mejor todavía. Tiró del carro en los momentos clave e hizo crecer a sus compañeros, en un equipo que terminó ganando los títulos más importantes. En las celebraciones, el madridismo coreó “Vincius Balón de Oro”.
Ahora le han subido la apuesta y Vini parece haberla aceptado: El presidente ha traído a Mbappe pero, mientras el astro francés encuentra su brillo, Vinicius, estando mal y con todo eso que nos vende el antimadridismo sociológico, ya produce un gol por partido, echándose el equipo a la espalda e inventándose tantos como el de esta noche, un zapatazo a la escuadra en una jugada en la que estaba fuera del área, rodeado de rivales y sin compañeros cerca en los que apoyarse. Otro truco nuevo que se saca de la chistera, que hace aún más ridículos los argumentos de aquellos que reclaman el Balón de Oro para Rodri y que pone de manifiesto que si Mbappe quiere reclamar la corona de mejor jugador de la plantilla, va a tener que jugar a un nivel muy, muy alto. Al nivel del mejor del mundo. El nivel que marca Vinicius.