Es algo que se veía venir. Habría escrito este artículo el mismo día de la despedida de Kroos, pero por algún motivo no lo hice. Sin embargo, me arrepiento porque ahora parece que voy a remolque, visto lo ocurrido en los primeros partidos del Madrid, en los que el equipo no ha jugado con fluidez, o no siempre ha jugado con fluidez.

Estaba claro que, en el primer momento en el que el balón se atascase, saldría a la palestra el nombre de Kroos. Así de simplista es el análisis mediático que tenemos en el fútbol (lamentablemente, el político tampoco es mejor). El periodista medio demuestra un nivel muy bajo, por lo general y, por eso, se podía predecir que en el momento en el que el Madrid no jugase bien, se hablaría de la ausencia del alemán. Como si con él nunca se hubiera jugado mal. O como si en la última Eurocopa, que Kroos y los suyos jugaron en casa, Alemania se hubiera impuesto a España en el centro del campo…

El tiempo de Kroos pasó y él se va del Madrid de la mejor manera y en el mejor momento para irse. Porque, aunque su toque de balón siga intacto, aunque su inteligencia para entender cómo organizar al equipo siga siendo sobresaliente… incluso él necesita de un buen físico para jugar bien. Y Toni ya daba síntomas de haber superado ampliamente la treintena. ¿Qué tal vez podría haber aguantado uno o dos años más? Tal vez. O tal vez no. Personalmente tengo mis dudas. Lo que está claro es que no es cierto que se haya retirado en su mejor momento. Ese es otro relato romántico que nos hemos querido inventar, porque a veces el fútbol sabe mejor si se condimenta con romanticismo.

Pero lo cierto es que, si Kroos jugó mejor este año que los dos anteriores, fue porque no tuvo a Modric de compañero, sino a Valverde, Camavinga, Tchouaméni… Tipos, todos ellos, de una potencia física extraordinaria. Potencia, “eneryía”, de la que Modric apenas posee a estas alturas de su carrera y de la que el rubio del flequillo a un lado empezaba a flaquear.

El físico portentoso de sus compañeros centrocampista, compensaba el físico menguante de un jugador que, en tales circunstancias, podía centrarse en el pase y la dirección de juego que eran su verdadero talento, aquello donde él destacaba sobre el resto. Pero el mero hecho de que necesitara tal compensación era la prueba fehaciente de que ya había entrado en su declive.

Con esto, no me cabe duda de que Kroos habría iniciado la temporada siendo titular. Porque el entrenador respeta las jerarquías y porque venía de hacerlo bien la temporada pasada. Apoyado en el físico de sus compañeros, sí. Pero bien, al fin y al cabo.

Sin embargo, su ausencia no basta para explicar los momentos de dificultad del equipo. Hacer ese análisis es ventajoso y simplista. Porque es negar tres circunstancias de la realidad: La primera es que muchos equipos juegan bien en el mundo, sin tener a Toni Kroos. ¿Cómo lo hacen, si la clave para jugar bien es Kroos? ¿Tal vez magia? Se puede jugar bien sin Toni Kroos y, de hecho, muchos lo hacen cada fin de semana. La segunda circunstancia es que estamos negando la calidad y el talento de los futbolistas que siguen vistiendo la camiseta madridista. Los Tchouameni, Valverde, Camavinga, Arda Guler y Bellingham son perfectamente capaces de imponer su ritmo y su calidad ante cualquier equipo. Pueden hacerlo, veremos si lo hacen, pero tienen el talento necesario para ello. Y yo no me bajaré de esa burra fácilmente. La tercera es que el último partido con Kroos, la final de la Champions, fue un calco del primero sin Kroos, la final de la Supercopa de Europa. En ambos el Madrid se enfrentaba a un equipo de menor nivel, aunque bien ordenado y con el suficiente talento para causarle problemas. En ambos, el Madrid se vio superado en la primera parte, incapaz de controlar la situación, ni de someter al rival. En ambos, el Madrid doblegó al oponente en una segunda parte en la que fue netamente superior. En ambos, el Madrid ganó por dos a cero y levantó un nuevo título… Efectivamente, el primer partido sin Kroos el Madrid lo ganó haciendo lo mismo que en el último con Kroos. Fueron dos películas con el mismo guion. La diferencia estriba en que en uno los sesudos analistas y expertos no podían señalar como causa del bien y del mal a la ausencia del rubio. Pero en el otro sí. Y, como era el análisis más fácil, simplón y populista, lo hicieron.

Con Kroos en el campo, el año pasado el Madrid fue sometido por la velocidad y energía del Leizpzig durante gran parte de los octavos de Champions. Con Kroos, el Madrid se vio atrincherado en su área, incapaz de enlazar dos pases seguidos, durante más de una hora en el campo del City en cuartos. Con Kroos el Madrid tuvo que aferrarse a los goles de Bellingham, en los últimos minutos, para doblegar al Barça en Liga. Tanto en la ida como en la vuelta.

Pero cuando este año se den esos partidos espesos, en los que el Madrid no tiene el control del encuentro, o no genere las suficientes ocasiones en el área rival… Se hablará de Kroos. Y no hará falta, siquiera, que el partido sea malo. Bastará con que el Madrid juegue regular durante quince o veinte minutos, o que se esté un rato sin tener situaciones claras, para que el comentarista de turno hable de la ausencia de Kroos. Dará igual que los blancos arrasen durante el resto del encuentro y ganen cinco a cero con el portero rival como mejor jugador de los suyos. Dará igual, porque esta temporada en la que Kroos ya no juega será su mejor temporada; porque en los reflexivos análisis de nuestra prensa patria, Kroos será capaz de arreglar todos y cada uno de los problemas que le surjan al equipo durante todo el curso. ¡Vamos Toni, este es tu año! ¡A por el Balón de Oro!

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