El FC Barcelona vuelve a repetir un guion ya visto en su historia reciente: un intento fallido por fichar a un jugador estrella, con un escenario de falsas expectativas y filtraciones mediáticas, todo para mantener contento a su astro del momento. Esta vez, los protagonistas son Joan Laporta y Nico Williams, pero el guion recuerda al de Josep Maria Bartomeu y Neymar.
En 2024 y 2025, el Barça ha intentado sin éxito fichar al extremo del Athletic Club, con una estrategia que ha generado más polémica que resultados. Laporta filtró interés aun cuando económicamente era prácticamente inviable pagar la cláusula, la única forma de que el Athletic dejara marchar al jugador. Pese a ello, se alimentaron rumores constantes sobre una posible incorporación, con declaraciones públicas del presidente y tensiones con el Athletic. Todo esto, sin avanzar hacia un acuerdo real.
El paralelismo con el caso Neymar es evidente. Durante la etapa de Bartomeu, el Barça intentó traer al brasileño del PSG en 2019, una operación que también se vendió como prioritaria para contentar a Lionel Messi. Sin embargo, las conversaciones nunca prosperaron por los obstáculos económicos, mientras el club filtraba información a la prensa para mantener viva la ilusión. El resultado fue un fracaso que terminó dañando las relaciones con el propio Messi, que ya por entonces era un jugador veterano y siempre sospechó que había más pantomima que opciones de fichar.
En ambos casos, el patrón es claro: un teatro donde se simula un esfuerzo por fichar al objetivo, se generan expectativas irreales y se utilizan titulares como “Laporta responde al Athletic” o “Barça recibe una gran noticia” para apaciguar a los seguidores y al jugador clave, actualmente Lamine Yamal. Pero detrás, la realidad financiera y las condiciones del mercado hacen imposible el sueño. Y este es el punto de partida de los presidentes, ahora Laporta y entonces Bartomeu: ambos saben que el fichaje es imposible por una cuestión de billetes pero ponen la maquinaria publicitaria en marcha.
Para Lamine Yamal, hoy figura indiscutible del equipo, este espectáculo podría servir temporalmente para hacerle creer que él puede dictaminar los fichajes de un club que en realidad va a la deriva. Sin embargo, como ocurrió con Messi, el desgaste de promesas incumplidas puede pasar factura. Aún es joven y tal vez se crea estas cosas. Además, aún no ha iniciado su andadura como estrella reconocida del equipo, esto es: aún no ha pisado el césped como el jugador mejor pagado del vestuario. Sin embargo, si el modus operandi se repite en futuras ocasiones, con el niño convertido en adulto… El adulto Messi tardó dos veranos en irse después de la obra treatral “Bartomeu por Neymar”. Y no se fue antes porque su cláusula de rescisión era impagable, no porque no lo intentara.
La historia se repite: el guion cambia de nombres, pero el fondo permanece, porque en Barça sigue instalado en Narnia, donde importa más el relato que la realidad. Y, mientras, la afición aplaude con las orejas confiando en una directiva que tiene al club cada vez más arruinado, que no para de mentirles, que necesita de chanchullos ilegales para inscribir jugadores… y soñando con que Yamal es la reencarnación de Messi. Palabras mayores, incluso si el chaval, que lo tiene todo para torcerse, no se torciera.
Que sigan aplaudiendo a Laporta en Narnia, mientras ven por la tele un Mundial de clubes al que no se clasificaron por sus continuos ridículos en Champions.