El Balón de Oro a Rodri es una estafa que se ve a leguas, pero el antimadridismo celebra que el premio no haya recaído en manos del mejor jugador del mundo. ¿Por qué? Pues porque este es Vinicius, el chico al que los antimadridistas escogieron para vomitar su odio al Madrid. Empezaron burlándose de él porque no marcaba goles, mientras le mordían la cabeza (literalmente) o le cosían a patadas. Luego empezó a marcar goles y en algún momento se puso a bailar en las celebraciones. Entonces, a los antimadridistas se les acabó el relato, ya no podían burlarse de él en lo futbolístico, así que tiraron de lo supuestamente ético, de lo supuestamente moral. Como ya no era mal jugador, tenía, por fuerza, que ser mala persona. ¿Y cuál era la prueba de su maldad? Que bailaba y como bailaba estaba provocando. Bailes parecidos a los de Lamine Yamal en el clásico, por cierto. Pero sin restregarle el gol a la grada, cosa que sí hizo en su celebración el jugador culé. (Esto, por cierto, no justifica en modo alguno los insultos soeces o racistas contra él).

Como Vinicius bailaba era, pues, un provocador. “Un gran futbolista que, si en vez de ser malvado, se centrase en jugar y ser buena persona, sería aún mejor” venían a significar las palabras que solían salir de las bocas de aquellos que en el campo le cosían impunemente a patadas, tamborileaban la cara del brasileño y le insultaban de cualquier forma con tal de sacarle de quicio… o las de aquellos que en los platós de televisión, de radio o redacciones de periódicos justificaban tales agresiones dentro del campo, así como los insultos racistas y los deseos de muerte que con que le obsequiaban los sectores más descerebrados del antimadridismo patrio.

El relato que el antimadridismo construyó con Vinicius no era nuevo. Suelen atacar al jugador bandera del Madrid del modo en que pueden. Como Raúl González Blanco no era ni el más virtuoso del mundo con el balón, ni el más exuberante físicamente, se le concedía el título de “buena persona” pero se le tachaba de paquete. Se llegó a argumentar que la Selección Española había ganado títulos gracias a que Raúl había dejado de ir convocado. Como si España hubiera ganado mucho antes de llegar él. Buena persona, pero mal jugador. O buen jugador, pero mala persona. El antimadridismo nunca concede los títulos de buen jugador y buena persona juntos, a no ser que sea para criticar a un tercer jugador (el famoso “¿por qué a Rodrygo no le insultan?”). El relato se repite desde hace mucho tiempo. ¿O qué se decía de Cristiano Ronaldo? Que era un chulo. ¿Y de Sergio Ramos? Que tenía inmunidad arbitral para pegar a sus rivales. Que nunca le expulsaban, aunque en realidad fue expulsado 26 veces vistiendo la camiseta madridista. Eso sí, de que, en la misma época, nunca le expulsaran en sus 180 partidos con la Selección Española ningún antimadridista se quejó jamás.

De CR7 o de Sergio Ramos no podían decir que fueran malos jugadores, aunque quisieran minimizar su verdadera dimensión (que si empujabalones, que si Piqué era mejor…). El primero porque en más de cuatrocientos partidos de blanco promedió más de un gol por partido. Y eso acaba con cualquier discusión, por muy irracionalmente que se comporte el antimadridista promedio. El segundo porque ha sido el mejor defensa español de todos los tiempos, y probablemente uno de los tres mejores de la historia a nivel mundial junto con Maldini y Beckenbauer. Así que como había que reconocer (a regañadientes, eso sí) que eran buenos jugadores, había que tacharles de malas personas.

El relato con Vinicius se ha repetido. Pero con agravantes. Porque el chico era el abanderado de la nueva política de fichajes del Madrid, fichar talento joven antes que estrellas consagradas. Así que llegó verde, sin suficiente madurez futbolística. Y, además, su estilo de juego siempre ha sido exagerado, espectacular, escandaloso en lo bueno y en lo malo. Sus cabalgadas, sus regates, su facilidad para generar ocasiones y volver loca a la defensa rival, eran cosas tan escandalosas, como sus fallos a la hora de definir. A un regate estrepitoso, le seguía un golpeo estrepitosamente malo.

Ahí es donde el antimadridismo encontró un hueco para la burla, la mofa y el escarnio. El jugador se iba de las defensas rivales, pero se plantaba ante el portero y la mandaba al quinto anfiteatro. El susto que el antimadridista se llevaba cada vez que Vini agarraba el balón era proporcional a la alegría que le producía el fallo que le seguía. Como, además, el antimadridismo ha ido posicionando, durante décadas, a sus mejores y más fanáticos voceros en los medios de comunicación de mayor audiencia, las risotadas y los desprecios resonaron por todos los rincones del planeta fútbol.

Pero poco a poco los fallos de Vinicius fueron dando paso, primero, a jugadas en las que el balón ya no iba al quinto anfiteatro, sino que se iba lamiendo el palo, o tenía que sacarla el portero rival con una buena estirada… y luego a goles y asistencias de todo tipo y en partidos de máxima exigencia. Vinicius le marcaba al Liverpool, al Chelsea, al Bayern, al City… y, por supuesto, al Barça. Y los goles y asistencias venían acompañadas de títulos. Desde que Vini explotó hace tres temporadas, el Madrid, no por casualidad, ha ganado 2 Champions, 2 Ligas, 1 Copa del Rey, y un montón de copichuelas y supercopichuelas.

Entonces ya no cabían todos esos memes, todas esas burlas, así que, en la misma proporción que le habían insultado en lo futbolístico, empezaron a insultarle en lo ético, en lo moral. En la medida que costaba insultarle como mal jugador, empezaron a buscar el modo de insultarle por ser mala persona.

El problema de los antis es que Vinicius no se convirtió en un simple crack. Se convirtió en EL CRACK. El mejor jugador del mundo. Y su superioridad fue tal que el antimadridismo, en fase de negación reforzada por los voceros aliados, fue haciendo el ridículo proponiendo candidatos al Balón de Oro que duraban un mes. En primavera recuerdo que hablaban de Foden. Sostenían que Foden era mejor que Vini. Hace tan solo unos meses eso era lo que defendían. Lo malo de Foden es que juega en una posición semejante a la del brasileño y, claro, ahí las diferencias entre uno y otro son demasiado evidentes para mantener el cuento. Así que siguieron buscando a otros. Finalmente, la Eurocopa les dio un candidato. Uno que no se podía comparar fácilmente a Vinicius, por jugar en un puesto totalmente distinto. Así, el debate podía ser sostenible… al menos en la mente del antimadridista promedio.

Como ni en la Euro ni en la Copa América hubo ninguna superestrella que destacara claramente sobre el resto, se pudieron crear dos relatos. El primero, el de que Rodri había sido el mejor jugador del torneo europeo (cosa falsa, pues en la propia selección española, Nico Williams, Yamal, Carvajal o Dani Olmo estuvieron por encima o, al menos, no por debajo de su nivel). El segundo, el de que Vinicius no había hecho nada (cosa falsa, pues la mayor exhibición individual de la Copa América fue suya).

Creadas las narrativas de Rodri como mejor jugador de la Eurocopa, y Vini como fracaso en la Copa América, se potenció la importancia de estos trofeos en el relato. Nunca se les tuvo mucho en cuenta, excepto cuando había que otorgarle el enésimo Balón de Oro a Messi. En el resto de ocasiones los torneos de selecciones, salvo el Mundial, fueron ignorados sistemáticamente para el premio.

Aun así, la diferencia futbolística entre Vinicius y Rodri es a día de hoy tan abismal, que hablar de esos torneos no es suficiente para justificar el premio. Porque es muy sencillo tirar a Rodri del trono de mejor del mundo. Basta con señalar una serie de evidencias: El año pasado, en las que su equipo lo ganó absolutamente todo, nadie reclamó a Rodri como mejor jugador del planeta. Ni siquiera los que ahora dicen que debía haberlo ganado entonces. Nadie reclamó su triunfo. Nadie. Y cuando se lo dieron a Messi, la mayoría de antimadridistas aplaudieron. Las únicas protestas iban en la dirección de que el merecedor era Haaland. Haaland, no Rodri.

Pues bien, su año actual no es sustancialmente mejor que el pasado. De hecho, a nivel de títulos, ha ganado menos (igual cantidad en la Selección y menos en el City). Y tampoco ha sido mejor futbolista que entonces. Tal es así, que, repito, en primavera, esta misma primavera, los que justifican el premio a Rodri, lo estaban reclamando para Foden. Nadie hablaba de Rodri hasta la Eurocopa. Así de flojo es el relato pro-Rodri.

Pero lo que descabalga del todo a Rodri como mejor futbolista del mundo está en el hecho de que nadie pagaría una entrada a un estadio parar verle jugar. Así de simple. Es más, la mayoría de los que justifican que haya sido premiado, no lo han visto jugar más de seis o siete partidos: Los dos de Champions del City vs Real Madrid y la Eurocopa. Porque los seguidores habituales del City no se sientan frente a la tele para ver a Rodri. Se sientan frente a la tele para ver a De Bruyne, Haaland, Bernardo Silva, Doku, Grealish, Foden… No a Rodri. De hecho, fue el ínclito Foden quien recibió el premio de mejor jugador por parte de la Asociación de Futbolistas Ingleses. El año anterior lo había ganado Haaland. Y tres años antes De Bruyne. Porque, y esto es otro argumento más, se premia a los jugadores de ataque, delanteros, mediapuntas, extremos… Los que, como bien dijo Benzema, te hacen resoplar en el asiento cuando les ves jugar. De hecho, es por ellos por los que vemos fútbol. Y Rodri no es de esos. Rodri es un mediocentro defensivo.

¿Qué es un mediocentro defensivo? Cuando somos niños y jugamos al fútbol, todos queremos ser delanteros y marcar los goles. A medida que vamos creciendo, los buenos siguen ejerciendo de delanteros, o de mediapuntas, o de extremos… Y los demás, vamos retrasando nuestras posiciones. Nadie quiere jugar de mediocentro defensivo salvo el que, viendo que las piernas no le dan para sobrepasar defensas rivales, ni la visión para encontrar pases imposibles, ni el instinto para marcar goles… descubre que si tiene cierto sentido del equilibrio táctico y que es capaz de ir al choque y de robar balones al rival… No es lo que uno sueña cuando trata de jugar al fútbol, pero es la manera de seguir jugando y aportando al equipo cuando hay otros que ocupan los puestos más divertidos porque tienen mejores argumentos para ello. Eso es y no otra cosa es un mediocentro defensivo. El escudero de los buenos jugadores. El actor secundario, necesario para la peli, que ayuda al protagonista y a la trama. Pero nunca el actor principal.

A Rodri no le recordará nadie dentro de diez años. Nadie entrará en Youtube a ver sus highlights. A Vinicius sí. El Balón de Oro, como todo premio en cualquier ámbito, tiene principalmente una función publicitaria. Y no es accesoria. Es su esencia, el motivo de su existencia. Igual que los Oscar o los Goya tienen la función de decir: “Gástate el dinero en ver esta peli que ha ganado tantos premios…”, el Balón de Oro tiene la función de decir: “Gástate el dinero en ver a este futbolista que ha ganado el premio a mejor jugador…”. Ese es su leitmotiv: decirle al espectador o potencial espectador: mira que jugador tan espectacular, merece la pena pagar por verle. Y por Rodri nunca nadie, insisto una vez más, nunca nadie ha pagado un duro. Y no lo hará. Ningún espectador se sentará frente a la tele, pensando: ¿Qué hará hoy Rodri, con qué posicionamiento táctico me sorprenderá? En cambio, por Vinicius hay quien paga cantidades absolutamente descomunales.

En el cine los actores secundarios son fundamentales para que la película funcione. Pero eso no les convierte en protagonistas. Así, los mediocentros son fundamentales para sus equipos, pero eso no les convierte en los mejores futbolistas.

En definitiva, el Balón de Oro a Rodri es una estafa. Sólo se lo han dado para negárselo a Vinicius, el mejor jugador del mundo actualmente. En el fondo lo sabemos todos, por eso se escriben novelas justificándolo. Por eso France Football necesita escribir editoriales atacando al Real Madrid por no acudir a su pantomima. Por eso tenemos que escuchar que entre los argumentos que pesan en la elección de mejor futbolista del mundo está el ser buena persona, el fair play. Y claro, ya conocemos el relato, Vinicius, el madridista Vinicius, no es buena persona, es malvado (porque así lo hemos decidido los antis). Por eso se lo damos a Rodri, que sí que es buen chico (porque así lo hemos decidido los antis). Y así cerramos el círculo, confirmando involuntariamente que no hay forma de negar la supremacía futbolística de Vini, al defender que el premio a mejor futbolista del mundo no tenía tanto que ver con ser el mejor futbolista del mundo, como con ser buena persona. Eso sí, Vinicius ha quedado segundo en ese premio a la mejor persona del año, de modo que, quizá, no es tan malvado. Si el segundo a mejor persona del año es un malvado, imagínate los que vienen detrás… O eso, o lo de este año ha sido una estafa que no hay cómo justificar, con la UEFA riéndose de los espectadores, mientras millones de ellos aplauden como borregos. “Balón de playa” le cantan ahora los que se alegran de ganara Rodri, sin darse cuenta que el mismo Balón de Oro le ha otorgado el segundo premio, esto es, le ha situado como el mejor jugador de la liga española. En fin, ridículo tras ridículo. Y luego se preguntan: ¿Cómo es posible que el Madrid gane tantas Champions? Claro, negando la mayor, que es que tiene a los mejores jugadores, se antoja muy difícil encontrar explicación. Habrá que apuntar a los árbitros y las influencias de Florentino Pérez…

PD: A los que dicen que España es el único país donde un premio a un español sienta mal… Que digan cómo le van a explicar a un joven de dentro de 10 ó 15 años que Rodri ganó el Balón de Oro que no ganaron nunca Paco Gento, Butragueño, Raúl, Xavi, Iniesta, Villa, Sergio Ramos, Casillas, Xavi Alonso, David Silva… Qué incómodo, ¿verdad? Como español me alegra que los españoles ganen premios, pero merecidamente. Como español, que un español gane con trampas, me avergüenza. Y Rodri ha ganado con trampas, aunque no las haya cometido él.

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