Cuando llegó Setién al banquillo culé, alardeando de cruyffismo y de que iba a hacer jugar bien al Barça, ya dije que sería un fracaso. Y no era antibarcelonismo ni nada. Era simplemente mirar la situación del club, la plantilla, los resultados, al entrenador contratado… Era mirar un poco alrededor de la noticia, y estaba claro que Setién iba a hundirse con todo el equipo. Pues algo parecido me pasa con Koeman.
Para empezar, el problema del Barça no es el entrenador. El entrenador que ocupe el banquillo, sea quien sea, ahora mismo no va a pasar del rol de pintamonas. Porque el club entero es un desmadre y el grueso fuerte de la plantilla lo conforman jugadores que tienen renombre por lo que fueron y ya no son.
Lo único que el entrenador holandés puede aportar es hacer limpieza del vestuario, crear espacio para que el Barça pueda reconstruirse (luego habrá rellenar ese espacio, cosa realmente difícil pero que ya es otro cantar), más allá de que el currículum de Koeman en los banquillos es mediocre para lo que se pretende.
Ningún grande aspira a contratar a Koeman de entrenador. Sólo el Barça, porque Koeman metió el gol de la final de Wembley. Y sin ese gol, el cruyffismo (entendido mitológicamente) se habría quedado en nada, o en muy poco. Porque los títulos importantes del cruyffismo son 4 ligas y 1 Copa de Europa, en nada más y nada menos que ocho años. Sin el zapatazo del rubio en aquella final, no habría sido sostenible el relato mitológico. Así que la pierna de Koeman golpeando el balón forma parte indeleble de la leyenda culé.
Pero Koeman vuelve, no para plantear soluciones con su pierna, sino con su pizarra. Y su pizarra no tiene un historial especialmente brillante.
Entrenó al Ajax, con el que ganó dos veces la liga holandesa, y una vez la copa. Junto con dos temporadas exitosas, tuvo otras tres en las que se quedó sin levantar título alguno, algo que en el Ajax, el club holandés de las cuatro Champions, a mi entender es un buen borrón.
Estuvo una temporada en el Benfica, donde no consiguió cumplir con los objetivos del club.
La temporada siguiente, en el PSV, otra vez en Holanda, volvió a ganar la liga.
Al año siguiente fichó por el Valencia, donde no sólo no consiguió los resultados esperados, sino que acabó a broncas con gran parte de la plantilla. Algunos miembros de aquella, aún le guardan rencor.
Volvió a Holanda, al AZ Alkmaar, equipo que por aquel entonces luchaba por hacerse campeón. Debido a los malos resultados, le echaron antes de Navidad.
Luego fichó por el Feyenoord, equipo al que entrenó entre 2011 y 2014, alcanzando un par de subcampeonatos, algo que para Faemino y Cansado es mejor que ser campeón.
En la Premier entrenó al Southampton dos temporadas, clasificando al equipo para la Europa League en ambas. Luego entrenó al Everton, quedando séptimo el primer año y siendo despedido al poco de comenzar el segundo.
Desde 2017 era el entrenador de la selección holandesa, donde hasta el momento estaba logrando resultados decentes.
Es decir que sin ser un mal entrenador, el ya largo historial de Koeman en los banquillos no ofrece nada que nos dé a pensar que estamos ante un entrenador especialmente brillante. Es más bien un entrenador que diríamos “normalito”.
Si a la propia ausencia de genialidad del holandés, le sumamos la situación de la plantilla: fundamentalmente una plantilla corta y con muchos jugadores importantes ya claramente en la decadencia de su carrera, la cosa pinta muy mal. Koeman no va a hacer que Busquets o Messi vuelvan a ser los de hace cinco años. O que Piqué ahora se vuelva veloz.
A esto hay que sumar que el mercado del fútbol está prácticamente cerrado, debido a las pérdidas de los grandes clubes por culpa de la pandemia. Con lo cual, poco se va a poder vender y comprar. Y si le añadimos el mal estado de las arcas del Barça, difícilmente podrán hacer los culés un fichaje importante…
Y a todo esto hay que ponerle la guinda de Messi, convertido a estas alturas en un problema, más que en una solución, como ya hemos analizado en otros momentos.
Así que, como decía al principio, mirando el entorno, el fichaje de Koeman suena a fracaso. Pero el gran problema es que el club está atravesando una situación tan difícil que, sin ayudas extrañas (uno nunca descarta algún favor ilegítimo de la Generalitat, especialmente ahora que está dirigida por quien está dirigida), que a día de hoy no hay mucho que hacer, más allá de plantear una hoja de ruta a largo plazo, que en 4 ó 5 años vuelva a poner al club a la altura de su propia historia.
Lamentablemente para los culés, Bartomeu seguirá en el cargo esta temporada. Y por la política que ha seguido hasta hoy (tratar de acabar levantando algún título a final de temporada con el que ocultar los problemas que cada vez son más graves) no parece que el plan de reconstrucción del club (que ahora mismo amenaza la ruina a muchos niveles), se vaya a poner en marcha hasta la temporada siguiente.
Así que Koeman estará un año, se le criticará y se le culpará de no saber gestionar la plantilla, se le correrá a gorrazos y se traerá a otro entrenador para el año que viene. Pero el fracaso de Koeman, como el de Setién, no será sólo culpa del entrenador. Porque lo que hay en el Barça no hay entrenador que lo arregle.