Tiempos oscuros en el Camp Nou. La Xavineta duró lo que duró. Todo el exceso de ilusión injustificada, se vino abajo entre un jueves y un lunes. Entre el primer gol del Eintrach de las salchichas y el minuto 11 del descuento contra el Cádiz. Toda la Xavineta se sustentaba sobre elementos circunstanciales y estaba revestida del relato culé, el relato narniano, que está muy bien para mirar por encima del hombro a los demás cuando tienes a un Messi imparable, cuando Puyol es un defensa feroz y cuando Xavi e Iniesta forman el centro del campo que todos quisieran para sí. Pero cuando Messi no está, Puyol lleva años jubilado, Iniesta se encuentra en Japón y Xavi no evalúa el césped desde dentro del rectángulo de juego, sino desde su asiento de entrenador… el relato narniano del “a nosotros sólo nos vale ganar jugando bien, y bla, bla, bla…”, suena muy ridículo.

Como ya dijimos en su momento, la Xavineta se alimentaba de que casi todos los tropiezos del Barça se iban produciendo en las competiciones no ligueras, mientras que las victorias se concentraban en la Liga. Un empate (Benfica) y una derrota (Bayern) en Champions; una derrota en la Supercopa de España; una victoria agónica contra un 2ªB en Copa, y una derrota en la siguiente ronda; dos victorias, tres empates y una derrota en la Europa League… En total, la Xavineta, si descontamos la Liga, en cuatro competiciones distintas ha acumulado los siguientes números: tres victorias, cuatro empates y cuatro derrotas en once encuentros. Empata y pierde más partidos de los que gana. Pero en Liga… ¡Ay, en Liga! En Liga la cosa marchaba. Quince jornadas sin perder, ganando los siete últimos partidos, un 4-2 al Atlético de Madrid, un 0-4 al Real Madrid…

Pero era un espejismo que se sustentaba en la suma de varios factores. El primero es el que llamaremos la “flor de Xavi”. Aquí pondremos esos partidos que se ganaron o bíen por errores aribitrales, o bien porque se encontraron a equipos (especialmente Real Madrid y Atleti) en circunstancias especialmente malas. Un buen puñado de victorias se explican desde ese prisma. El peor Real Madrid y el peor Atlético que se han visto esta temporada, fueron arrollados por la Xavineta. El Atlético estaba hundido futbolísticamente cuando se enfrentó a los culé. De hecho, ahí tocó fondo. Y los de Xavi aprovecharon para meterles cuatro goles. Pero es imposible que ese resultado se hubiera dado si los del Cholo hubieran jugado como lo hicieron la semana pasada contra el Manchester City. Y algo similar ocurrió con el Real Madrid. La baja de Benzema llevó a improvisar a Ancelotti, que la cagó. En el descanso se vio con 0-2 en contra, quiso arriesgar y la cagó aún más, dejándole al Barça las puertas abiertas para la goleada… Junto con estas dos victorias de relumbrón y que no reflejaban en absoluto la realidad de unos y otros, se añadían los goles de última hora del inesperado Luuk de Jong, o el empuje inicial de los fichajes de invierno. Jugadores que venían a mitad de temporada con pocos minutos en las piernas y con toda la ilusión y las ganas de reivindicarse, pues ninguno era titular en sus respectivos equipos.

Pero el plantel seguía siendo mediocre a pesar de las victorias ligueras. Adama Traoré es el ejemplo y la repetición de lo que ha sido Memphis Depay al principio de la temporada. Algunas acciones decisivas en sus primeros partidos. Arrancadas potentes, músculo… y un desinflarse a medida que va pasando el tiempo… Muchos aplausos y elogios desmedidos en los inicios, mucha ilusión generada, y desaparecer del campo y del imaginario culé poco a poco.

El principal problema es medir a un equipo por una buena racha y no por toda una temporada. Dos meses buenos de Xavi (en Liga y sólo en Liga) desataron todo tipo de ilusiones. Pero las ilusiones son eso, ilusiones, espejismos, errores cognitivos que te hacen ver agua en el desierto, donde sólo hay arena. Ilusiones. Y basta con que la realidad siga su curso, para que la ilusión desaparezca. Basta con mirar de cerca para que el efecto visual que producía el calor sobre la arena desaparezca. Basta con que el Madrid siga ganando sus partidos, con que te echen de la Europa League, o que veas que los aficionados alemanes estén dispuestos a llenar las gradas que dejan vacías los tuyos… Basta con que falten un día Pedri y Araujo y que el Cádiz aproveche para ganarte en casa… Basta con darte cuenta de que no sólo te vas a llevar un nadaplete, es que ni siquiera has sido un candidato real a ningún título, para que la ilusión se deshaga.

También hubo ilusiones en cuanto a los jóvenes. Y también se ha ido deshaciendo… Primero, porque los Jutglá, Abde y compañía fueron retirados del primer equipo cuando el propio Xavi encontró jugadores del nivel de Adama Traoré o Ferrán Torres, para cubrir los puestos. En segundo lugar, porque algunos como Gavi o Araujo no está claro que vayan a renovar. Otro, Ansu Fati, cada vez genera más dudas en cuanto a que pueda superar sus lesiones… Otro, Dest, ha sido tapado por un prejubilado Dani Alves…

Por otra parte, con Laporta, la situación económica no sólo no ha mejorado, sino que ha empeorado y su límite salarial ha bajado 144 millones por debajo del cero. Aún insinúa la llegada de algún crack, pero me da en la nariz que cada vez le cree menos gente.

Ya sólo les quedaba aquello de que al Madrid le favorecen los árbitros, a pesar de que el saldo arbitral de los últimos 20 años dice todo lo contrario y los datos están ahí para quien los quiera ver. Pero de algún modo podían hablar de Florentino Pérez y sus tentáculos… Aunque el trío amoroso Laporta – Roures – Tebas le restaba bastante credibilidad, como también se la resta el hecho de que Joan Gaspart haya sido vicepresidente de la RFEF durante doce años.

Sin embargo, ahí estaba Piqué para recordarnos una y otra vez el mantra: “al Madrid le benefician los árbitros…”. Pues bien, de pronto se destapa que quien estaba en la cama con Rubiales, presidente de la RFEF, organismo al que pertenecen los árbitros, era el propio Piqué. Ni siquiera Laporta o el Barça. Piqué. El adalid de la superioridad moral culé estaba en la cama con Rubiales, haciendo chanchullos y pidiendo favores.

A día de hoy no hay nada a lo que el Barça pueda aferrarse: su presente futbolístico es lamentable (van a perder 5 títulos en una sola temporada, su situación económica va de mal en peor, la plantilla es mala y tiene mucho menos futuro del que dicen y, para colmo, cada vez están más a la vista los contubernios del club o miembros del club con la Liga o con la RFEF… Por otro lado, el Madrid ya es el claro dominador de la Liga de los últimos años y parece que lo va a seguir siendo en los años venideros…

El Barça era la cúspide el fútbol mundial hace no tanto. Esto les infló el orgullo hasta el extremo y, enajenados por su propio relato, por su propio mirarse al espejo, empezaron a caer, a caer, a caer… Su hundimiento está siendo impresionante. Ya veremos si son capaces de acabar en puestos de Champions.

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