Otra vez a hablar del Barça, porque del Madrid hay poco que decir: los mismos del año pasado, más Odegaard. Y quizá se venda o se ceda a alguno, ya veremos, pero el bloque principal no cambia. No hay mucho más que decir.

En cambio, del Barça no se para de hablar. El club convertido en circo, con una función nueva cada día.

Se está dando por hecho que Messi se va, lo que a mi entender salvaría las cuentas del Barça liberándole de la millonada que le pagan. Al parecer, no son ni 80, ni 100, sino 120 millones anuales, dado lo que se lleva en variables, primas, sobrinas y demás familiares.

Yo no tengo clara su marcha. Es que el problema del salario es muy, pero que muy grande. Ya hemos visto la situación de Bale en el Madrid. No se va porque muchos que lo comprarían no están dispuestos a pagarle lo que gana en la entidad blanca.

Es cierto que a día de hoy Messi sigue varios escalones por encima de Bale. Pero es que su sueldo también lo está. Así que todo se eleva: la categoría del jugador y el dinero que hay que pagarle. Al final la ecuación, a mí personalmente, me sigue saliendo igual.

Pero Messi puede ser vendible como capricho de rico. En esa tesitura se podría ir al PSG o al City, que es del que hablan todos. Aquí el capricho de rico no se lo daría el jeque, sino el entrenador/admirador/amante Guardiola. Pero insisto en que Messi, a día de hoy, sería más un capricho que un jugador en torno al que levantar un proyecto consistente.

Su caso es similar al de CR7 con la Juve, pero en un mundo con menos dinero. CR7 sigue rindiendo a gran altura (aunque por debajo de su nivel en el Madrid y ahí están los datos), y la Juve sigue ganando títulos con CR7. Pero no más de los que ganaba antes de su llegada. Incluso este año les ha costado bastante la propia Serie A y han dado más síntomas de debilidad. Por cierto, Messi tiene ahora la misma edad que el portugués cuando se marchó del Madrid.

Así que se el argentino se iría como capricho de ricachón a formar parte de un proyecto al que realmente no dará ningún salto de calidad significativo (a pesar de que lo hará bien, como CR7 en Italia, y de que sus legiones de fans gritarán sus goles), o no se marchará.

Si Guardiola quiere ser serio con el proyecto futbolístico más caro del mundo, que es su City, en ningún caso traería ahora a Messi, por muy enamorado de él que esté. El propio Pep entrenó al argentino éste estaba en su mejor momento, así que no hay nadie como él para darse cuenta del declive del jugador.

Por otro lado, la situación de Messi está más enredada de lo que se dice, pues aparte de los más de 100 millones anuales que cuesta retenerle, hay que estar seguros de que la cláusula de libertad no ofrece ningún resquicio a la duda. Si el Barça puede denunciar y reclamar los 700 millones de la rescisión del contrato, lo hará. Y ningún club sensato se va a arriesgar a tener que pagar ese dinero por un capricho. Vamos, digo yo.

Por tanto, que Messi se marche, condición primera para la renovación culé (aunque los culés no lo entiendan), no es tan sencillo como parece.

Ojo, no digo que mañana mismo no firme su nuevo contrato lejos de la Ciudad Condal. Lo que digo es que está por ver. Que no lo demos por hecho. Que para que un jugador cambie de equipo se necesita un equipo al que cambiar.

Otro que se da por supuesto que está fuera del proyecto es Suárez. Pero es que Suárez también cobra un salario desorbitante y no veo a ningún club pagándoselo con 33 años y varias lesiones a sus espaldas las últimas temporadas.

¡Recordemos que el mundo del fútbol está en crisis económica! Los grandes desembolsos de otros años sólo pueden hacerlos los clubes-estado como el PSG o el City, dopados financieramente (el Fair-Play financiero lo destruyó hace poco el TAS anulando la sanción de la HUEFA al club de Guardiola). Y aun así no es fácil que sus dueños sigan inyectando millonadas en el fútbol durante la pandemia.

Por otro lado, pongamos que el Barça consigue deshacerse de la vieja guardia (lo que le salvaría económicamente, al menos a corto plazo, sólo con lo que se ahorrarían en fichas), para poder iniciar un nuevo proyecto, joven e ilusionante. ¿A quién vas a traer si los clubes no quieren vender?

Porque la crisis implica que los clubes se pongan en modo conservador y quieran retener lo que ya tienen. Nadie compra, pero es que nadie vende. Así que si logras que Messi, Suárez y otros se vayan… ¿A quién traes?

Algunos hablarán de tirar de la cantera. Pero, no nos engañemos, la cantera da para lo que da. Ansu Fati y poco más. No sé qué serán en el futuro, pero a día de hoy no ganas ligas con los Riqui Puig y Aleñá de turno. Y Ansu Fati tiene muy buena pinta, pero no tanta como para pensar que se acercará a lo que ha sido Messi.

Así que vacías el armario de ropa vieja desgastada (si es que puedes vaciarlo) y ¿ahora qué? ¿Con qué lo llenas?

No señores, no pinta nada bien el futuro del Barça.

Y con los problemas han salido a la luz los viejos vicios. Ahí está el cainismo culé tan habitual en otras épocas. Todos atacan al presidente por no retener a Messi. El presidente se rasga las vestiduras a lo Piqué: “si es necesario, me voy…” pero, como el propio Piqué, no se va, con lo que directa o indirectamente están señalando que son otros los que se tienen que ir.

El propio Messi ya ha hecho alarde de ADN culé en cuanto al cainismo, ya que no es la primera vez que amenaza con marcharse (aunque esta vez la amenaza sea más seria), lo que implica que culpa a los demás de cada fracaso del equipo. Meses atrás ya dejó con el culo al aire a Abidal y, más tarde, a Setién, al hablar de responsabilidades, del juego del equipo, etc..

Así que poco a poco vuelve el Barça de siempre: el que se pelea consigo mismo, el que lo mismo te ficha a Rivaldo que a Bogarde, el de la Madriditis bendita… Y sí, digo bendita Madriditis, porque como sus rivales directos vemos con gusto las meteduras de pata culés cada vez que se fijan en el conjunto de La Castellana.

Fue Cruyff el que acuñó el término “madriditis” para referirse a uno de los principales problemas del ADN culé: fijarse más en el Madrid que en el propio equipo. Bartomeu ha sido un madridítico de libro. Con él se tramitó uno de los fichajes más problemáticos de todos los tiempos (Neymar, que costó más de 100 millones, visitas a los tribunales y hasta la dimisión de un presidente…) y del que se podría escribir un libro sobre sus nefastas consecuencias… sólo porque el Madrid lo había tanteado antes de fichar a Bale. El propio Bartomeu llegó a decir que no podían permitir que con Ney volviera a ocurrir lo que de Di Stéfano (aquello de que un grandísimo jugador casi fichado por el Barça acabara siendo un emblema blanco).

Fue Bartomeu el que echó a un muy buen director técnico, Zubizarreta, porque a mitad de temporada el Madrid andaba muy bien y el Barça no terminaba de funcionar. Inmediatamente, aunque no consecuentemente, el Madrid se hundió y el Barça levantó el triplete de la MSN. Pero ya no volvieron a fichar a nadie que diera un rendimiento como el de Ter Stegen o Suárez, fichajes de Zubi. Y precisamente desde entonces y, aquí sí, consecuentemente, la plantilla ha ido cuesta abajo.

Lo último en madriditis fue la destitución de Ernesto Valverde y la llegada de Quique Setién, cuando el equipo iba primero en Liga. Y todo porque el Madrid se hizo con la Supercopa de España, el menos importante de todos los títulos oficiales que se disputan.

Llegó Setién diciendo “nos vamos a divertir” y nos hemos divertido. Aunque me temo que él se refería a los culés, no a los madridistas que vemos como el circo culé no para de dar espectáculo mucho más allá del fútbol.

Y las risas serán tremendas si al final Messi y Suárez se tienen que quedar y entrenar con aquellos que les querían echar, o a quienes ellos querían dejar atrás. Tras las declaraciones y burofaxes de unos y otros, imagino que ya no son vacas sagradas respetadas y admiradas por el vestuario. Si no logran marcharse y tienen que seguir ahí, con las heridas abiertas, conviviendo los unos conviviendo con los otros… Que no llegue el partido en el que el balón no quiera entrar.

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