Haaland es un crack. Sí, está bien, es muy joven y lleva muy poco tiempo rompiéndola en la élite… pero pese a que nos pongamos el traje de la prudencia para decir: “con los jóvenes hay que ir poco a poco, hay que ver si se confirma o si es flor de un día…”, etc., lo del noruego es cosa seria. No hay ningún indicio para sospechar que en algún momento se desinflará como jugador.
Si bien es cierto que ha habido algún video mostrándole borracho en sus vacaciones, también es cierto que hay muchísimas otras razones para pensar que tiene la cabeza bien amueblada.
La primera es que su padre fue futbolista profesional, llegando a vestir 34 veces la camiseta de la selección noruega. De hecho, pese a ser también internacional por dicho país, Erling Haaland nació en realidad en Leeds, Inglaterra, porque su padre jugaba en la Premier. Papá Haaland no se acercó a lo que será su hijo (como casi ningún futbolista del mundo), pero la familia conoce lo que es el deporte de élite, lo cual prevendrá al chaval de malas influencias y vacunará a los suyos contra la borrachera que produce el éxito en los entornos cercanos a algunos futbolistas… Cosa que termina siendo la principal causa de la caída en desgracia de muchos.
En segundo lugar, el chico no suele dar titulares de niño engreído. Eso desespera un poco a los entrevistadores, que buscan justo lo que él no les da. En realidad se trata de algo bueno, aunque a la prensa deportiva, sobre todo en su lado más rosa, no le guste. Haaland parece inteligente. Parce que sabe que el periodista es un profesional y no su amigo, y que la mejor manera de hablarle al público es desplegando su inmenso talento en el campo de fútbol. Cuando marcas un promedio de un gol por partido no necesitas decir “aquí estoy” en rueda de prensa.
En tercer lugar está la inteligencia futbolística. Este chaval sabe lo que tiene que hacer en cada momento. Y siempre está donde tiene que estar. Muchas veces se menosprecia a los delanteros cuando marcan goles de esos en los que “sólo la tenía que empujar”. Pues bien, para marcar goles de “sólo empujarla” hay que saber acompañar la jugada y situarse en el punto exacto, para que te pueda llegar el balón en condiciones de “sólo empujarla”. En general, para cualquier remate se necesita la inteligencia futbolística de estar en el lugar adecuado, en el momento adecuado. Haaland lo tiene. Además, se pasa el día tirando desmarques. No escatima esfuerzos en tratar de hacer lo que tiene que hacer. Y no es nada malo combinando con sus compañeros.
En cuarto lugar tiene la técnica necesaria. No es un virtuoso como Mbappe, pero tiene la capacidad de hacer lo que necesita hacer. Su facilidad para marcar viene en gran medida dada por su habilidad de hacer pasar la pelota por ese punto que hay entre medias del poste y la zona a la que puede llegar el portero. Si su inteligencia le permite estar en el lugar adecuado y el momento adecuado para rematar, su técnica le permite rematar lejos del portero pero siempre a la red. Y sin necesidad de entretenerse con el balón., sin necesidad de que este esté en condiciones óptimas de ser rematado.
En quinto lugar posee cualidades físicas descomunales: es un tipo muy grande, dentro del promedio de lo que se tercia en el fútbol. Pero es uno de los jugadores más veloces del mundo. Además, sus disparos son potentes y secos. Por otra parte, aunque parezca que el muchacho no marca muchos goles de cabeza, no nos engañemos, simplemente, a día de hoy y por el tipo de fútbol que practica su equipo, no lo necesita. Pero ya ha dejado muestras de que si tiene que romper el partido con un cabezazo a la red, lo hace. Su corpulencia aquí es una ventaja.
En sexto lugar es un jugador que domina la escena. Nada más llegar a Alemania, marcó 5 goles en los dos primeros partidos…. ¡¡Saliendo desde el banquillo!! Ese fue su periodo de adaptación. Lógicamente, a partir de ahí la afición, los compañeros, el entrenador… Todos rendidos a sus pies desde el primer instante. Pisó suelo germano e hizo una barbaridad, para avisar que Alemania iba a ser sometida por un gigante del hielo . Pero eso de arrasar a su paso no era novedad. Lo había hecho ya unos meses antes en la Champions, con el Salzburgo, marcando 8 goles en fase de grupos, lo que dejaba temblando los mejores registros de Messi y CR7… En pretemporada ya había bailado a Sergio Ramos en un amistoso y en su debut en Champions con el Borussia le hizo dos goles al PSG de Mbappe y Neymar…
En todo inicio o debut o primer enfrentamiento, él reclama los focos. ¿Qué digo “reclama”? Obliga a los focos a apuntarle. El escenario nunca le viene grande. Eso también se ve a la hora de definir ante el portero: nunca se pone nervioso. Es él quien decide cómo va a acabar la jugada… Aunque cuando has hecho hábito del gol al nivel al que lo ha hecho Haaland, ¿qué podría haber que le pusiera nervioso?
Pero más allá de todo esto, Haaland me tiene enamorado por un detalle. Algo que le he visto en las repeticiones de jugadas en las que él no es protagonista. Si un compañero marca, lo celebra como si el gol fuera suyo. Si un compañero falla, lo lamenta como si el fallo fuera suyo. La mentalidad de Haaland no es la del delantero egoísta que si marca él se alegra mucho y si marca su compañero se alegra un poco menos. Haaland entiende que el partido no lo gana él, lo gana el equipo. Que el gol no lo marca él, lo marca el equipo.
Esta forma de entender el fútbol tan de equipo, pese a ser él el delantero centro más voraz del mundo en estos momentos (con permiso de Lewandowski, o tal vez sin él), le hace alguien especial. Creo que le hace fuerte como jugador. Y creo que es lo que le protegerá cuando vengan las vacas flacas. Y a mí me parece que es la garantía de que no estamos ante una estrella fugaz, sino ante el gran rival de Mbappe por el dominio del planeta fútbol de la próxima década.