Hay en España una corriente muy crítica con Mateu Lahoz, fundamentalmente lanzada desde cierto sector del barcelonismo, que se fundamenta en la más absoluta nada.

Se le criticó por el Argentina – Holanda del Mundial. Sí, digo “Holanda”, ¿qué pasa? Pero a la hora de buscar errores, ¿cuáles fueron? Ninguno. Simplemente que por aquello de que este árbitro me cae mejor que el otro, Messi le criticó. Y ya sabemos que, juegue donde juegue, Messi es para muchos el portavoz del barcelonismo (los hay, de hecho, que creen que el Mundial lo ganó el Barcelona). Pero, ¿qué jugadas polémicas arbitró mal? Pueees… A la hora de concretar, los críticos no concretaron nada. Las críticas son del tipo “desesperó a los dos equipos”, pero ¿cómo hizo para desesperar a los dos equipos? Pueees… No se sabe. Porque los cronistas y los críticos no llegan hasta ahí. ¿Para qué concretar? ¿Para qué los hechos y la realidad? Vale más la resolución condenatoria de Messi y de cierta sección del periodismo deportivo, que las pruebas aportadas. De hecho, estas últimas valen tan poco que ni existen o no se presentan. Lo que digan Messi o el periodista de turno y punto.

Esto se está convirtiendo en hábito. De pronto a alguien se le pone una cruz, se le tacha de algo malísimo y no se presenta ningún tipo de pruebas… pero se gana el juicio de la opinión pública. O, al menos, de cierto sector.

Pasa con las 15 jugadoras de futbol femenino amotinadas contra el seleccionador nacional. Yo he perdido demasiado tiempo intentando conocer el motivo real de su amotinamiento. No lo he encontrado. Dicen que el entrenador las estresa o algo así… Y hay que creerlas porque sí.

Pasa con la falacia de las provocaciones de Vinicius. Y digo falacia, porque esto ya no es que no se hayan aportado pruebas, sino que se está probando lo contrario, pues a Vinicius le siguen cámaras durante los noventa (o cien) minutos que dura un partido y no hemos encontrado nada que justifique la etiqueta de “provocador” que algunos le han puesto. Y llegará el día en que el chaval se equivoque y diga o haga algo inapropiado y entonces dirán: “¿Lo veis, veis cómo era un provocador?” Y cogerán la excepción (la excepción que confirmará la regla de que las cosas son al revés de como van diciendo) y la pondrán como ejemplo del supuesto mal comportamiento de un jugador al que van pasando los partidos, los meses y las temporadas sin que le pillen sin hacer nada malo. O, al menos, nada que no hagan todos los demás jugadores del planeta fútbol de forma habitual. Pero ahí está, la falacia del “Vinicius provoca”, como un hecho probado para muchos. Porque alguien dijo que era así y tenemos que creerle, sin pruebas, pero con la connivencia del sector más podrido de la prensa.

En mitad de esa corriente, el mejor árbitro español de los últimos diez años, Mateu Lahoz, vuelve a recibir palos por… Pues porque el Barça empató. ¿Cuál es la polémica? Básicamente ninguna. Nadie reclama una acción concreta. El penalti que le pita a Marcos Alonso es clamoroso. Y, de hecho, ni siquiera es error de Marcos Alonso. El error es de Xavi, por poner a un defensor tan malo de titular y de central (es decir, fuera de posición). Toda una invitación a que Marcos Alonso cometiera el error que cometió. Y respecto a las expulsiones… Se critica la tardanza en las correcciones del VAR y demás…, pero no hay un clamor, precisamente, sobre que fueran erróneas. Entonces, ¿cuál fue el delito de Mateu Lahoz?

Que desesperó a los jugadores, dicen. Vamos a ver, por favor, vamos a ver… ¿Qué culpa tiene el árbitro de que los jugadores del Barça, que eran a los que perjudicaba el resultado, estuvieran más pendientes de protestar que de jugar al fútbol? Eso es únicamente culpa de los propios jugadores y, si acaso, de su entrenador, Xavi. Volviendo a Vinicius, al brasileño le intentan desestabilizar emocionalmente en cada partido, con insultos (por parte de jugadores y aficionados), patadas, tamborileando en su cabeza… Y ¿qué hace el entrenador del Madrid? Gritarle desde el banquillo que no haga caso y juegue. Que juegue… Pues si Vinicius tiene que jugar pase lo que pase, hagan lo que hagan los rivales y pite lo que pite el árbitro… ¿Por qué iba a ser culpa de Mateu Lahoz que los jugadores culés se descentren por jugadas bien pitadas? Ni aunque Lahoz se despelotara en mitad del partido y se untara el cuerpo de gelatina… ni en esas circunstancias sería culpa del árbitro la desconexión de los jugadores del Barça. Porque están en el Barça, ganando un dineral, bajo el supuesto de que forman parte de la élite mundial… Y ahora resulta que los profesionales de élite mundial se distraen porque pasa una mosca… y la culpa es de la mosca. A quién se le ocurre pasar a la hora del partido de Ferrán Torres y Raphinha. Que valen un Halaand cada uno y va la mosca y me los distrae… Que pase a la hora de Vinicius, que ese no tiene derecho a perder la concentración.

Lo de que Mateu Lahoz es el mejor árbitro español no lo digo yo, por cierto. Lo dicen los organismos más importantes del fútbol, la UEFA y la FIFA cuando le eligen a él y no a otros para arbitrar los partidos de más alto nivel (y, si estoy equivocado, que me diga alguien qué partidos internacionales de cierta importancia ha arbitrado cualquier otro árbitro español en los últimos tres lustros, que no sea Lahoz). Mateu le gusta incluso a Xavi Hernández, el jardinero lacrimoso, al menos hasta justo antes del partido. Si empata, humm, ya no le gusta tanto.

Entonces, llegados a este punto, ¿por qué, con los desastrosos arbitrajes a los que asistimos semana sí y semana también, en todos los campos de España, es Mateu Lahoz el centro de todas las iras? Pues básicamente porque es un buen árbitro. Puede parecer paradójico, pero no lo es. Un mal árbitro es más influenciable que uno bueno. De hecho, esa es una de las grandes diferencias entre los buenos y los malos árbitros, ceder o no ceder a ciertas presiones. Y si se critica a los buenos y se prefiere a los malos… ¿Algo huele a podrido en Dinamarca?

Por cierto, ¿sabéis cuál es la mayor crítica que se le hace a Mateu Lahoz desde hace mucho tiempo? “Tiene afán de protagonismo”, que es como decir “tiene mimos, quiere que le hagan casito”. Y lo dicen y se quedan tan anchos. Que se van a la cama diciendo: “Si es que soy un periodista cojonudo…”. Y hasta se dan palmaditas en la espalda unos a otros y se felicitan por su gran labor…

Debe ser que hay algún medidor de estas cosas por ahí, el “afanómetro protagonistal”. La mayoría de los mortales no lo conocemos, ya que para poseerlo necesitas una suerte de carnet de periodista rancio y manipulador, que yo creo que concede La Liga a cambio de un publirreportaje en tu periódico. ¿Dinamarca y su olor? Quién sabe.

Resulta que el afanómetro protagonistal, al parecer, pita cuando Mateu está cerca. Eso sí, nunca pita con, yo qué sé, De Burgos Bengoetxea o Hernández Hernández, árbitros mucho más mediocres, pero se ve que muy humildes. Ellos quieren que no se les vea. De hecho, les gustaría arbitrar en tercera de regional, en campos de tierra y sin público. Los pobres De Burgos y Hernández hacen un sacrificio enorme, mal pagado, arbitrando en Primera, con estadios con decenas de miles de aficionados y decenas de cámaras de televisión alrededor, cuando ellos no quieren protagonismo. Es más, la FIFA y la UEFA les están llamando constantemente a ellos para arbitrar finales de Mundiales y Champions… Pero se ve que responden que no, que ellos no quieren salir por la tele, que el afán de protagonismo no va con ellos. Que vaya Mateu, que necesita que le hagan casito. Y yo creo que la FIFA y la UEFA dicen: “¿Para qué poner árbitros buenos, pudiendo poner a un árbitro que necesita casito? Pues le ponemos y así realizamos una obra de caridad, que tampoco tenemos nada mejor que hacer”. Y por eso Mateu El Afanoso pita partidos de eliminatorias de Champions y Mundiales, y el resto no.

Mi pregunta es: ¿Y si Mateu se hubiese comido el penalty de Marcos Alonso? Si hubiera cometido el error garrafal de no pitarlo y el Barça hubiera ganado el partido… ¿Estaríamos hablando de Mateu, se estaría pidiendo su jubilación, estaría pitando el afanómetro protagonistal? Es broma, no me lo pregunto. Sé la respuesta. Y tú también: no, no y no. No estaríamos hablando de Mateu, nadie pediría su jubilación, ni pitaría el afanómetro. Porque si le pitas un penalti al Barça es que quieres casito y si prevaricas y lo dejas sin pitar, es que eres humilde. Dinamarca. O tal vez Narnia. Hipocresía en todo caso.

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