No escribí en su día sobre lo de Mbappé, primero porque como madridista estaba dolido. Segundo, porque lo que había que decir ya lo estaban diciendo otros. Y tercero, porque una vez hablado y digerido que el romance se había roto porque la chica que te traía de cabeza, en realidad, sólo tonteaba contigo para poner celoso a un tercero, que es con el que se fue finalmente, no es sano estar dándole vueltas al tema, lo mejor es pasar página.

Pero vistos los últimos acontecimientos, creo que puede ser bueno sacar algunos de los pensamientos que tuve entonces y que sigo teniendo, ahora reforzados por los hechos.

Cuando Mbappé pudo elegir entre el club de sus sueños, o sea el fútbol, y el dinero (aunque en el Madrid tampoco iba a jugar gratis), eligió el dinero. Hasta aquí, creo que todo el mundo concuerda. Más allá de los matices. Sin embargo, hay una cosa que conviene aclarar y que me temo que no se suele tener en cuenta.

En el momento que surge una estrella futbolística o de otros deportes, lo mismo que en el cine o en la música… o en cualquier otro ámbito… En el momento en el que alguien alcanza renombre, fama y, sobre todo, dinero, esa persona adquiere una nueva dimensión: la dimensión de empresa lucrativa. A partir de ese momento, coexisten la dimensión personal con la dimensión de empresa.

Dicho de otro modo: Existen dos Messis, dos Neymares, dos Vinicius, dos Benzemas, dos Mbappés, dos Fernandos Alonso, dos Nadales… Existe el Messi padre de familia, amante de su esposa y futbolista enamorado de su deporte. Y luego hay una empresa, que es la empresa Messi, de la cual el Messi persona, el padre de familia, el futbolista, sólo es una parte. En el caso de Messi o Neymar, la empresa la encabezan sus respectivos padres, junto con otros asesores. Como empleados de esas empresas están los dietistas, los preparadores personales, etc.. Son PYMEs por cantidad de empleados, pero facturan más que la mayoría de las PYMEs.

Normalmente, a la dimensión de empresa se le confunde con el “entorno”. Pero esto es erróneo, porque en el entorno de Vinicius, por ejemplo, hay amigos que sólo son eso, amigos. Los amigos pueden aconsejar bien o mal, ser una influencia positiva o ser tóxicos. Pero no forman parte de la empresa Vinicius, aunque puedan estar beneficiándose de ésta.

La empresa Vinicius no equivale al entorno de Vinicius, pero es parte del mismo. La empresa Vinicius se encarga de hacer que Vinicius cobre más con su equipo, o firme contratos con marcas y patrocinadores, y que el Vinicius producto sea un producto de calidad (dietistas, fisios, psicólogos si los hay…). Hablo de la empresa Vinicius como de cualquier otra empresa. La empresa Benzema, podría ser. El entorno engloba más cosas. Como la mujer y los hijos. Esta parte del entorno se encuentra en el ámbito del Benzema persona.

Cuando un club negocia con un jugador, especialmente si hablamos clubes y jugadores top, se encuentran estas dos dimensiones. La del jugador que ama el fútbol y que sueña con hacer una gran carrera, llevarse el Balón de Oro, etc., y la empresa que busca maximizar beneficios. Todos tienen esto en común, pero no todos los casos son iguales. Hay casos en los que el jugador, la persona, manda sobre la empresa y, por tanto, donde prima el proyecto deportivo. Esto no significa que la empresa renuncie a maximizar beneficios, sino que no lo hace a costa de sacrificar o poner en peligro la carrera que el futbolista quiere tener. Pero también hay casos en los que la empresa controla al jugador y la búsqueda de los contratos más lucrativos sí lleva a tales sacrificios.

El problema al hablar del contrato de Mbappé es que nos olvidamos de estas cuestiones y, por eso, en su momento dimos por supuesto que el francés jugaría de blanco. Hasta Florentino Pérez pareció olvidarlo. El futbolista quería vestir la camiseta blanca. Estaba claro. Y yo sigo pensando que era (y es) así. Sin embargo, la empresa Mbappé manda sobre el propio Mbappé. Como la empresa Neymar manda sobre el propio Neymar y como, hace años, la empresa Ozil mandaba sobre el propio Ozil.

Esto no excusa al jugador. Que la empresa Mbappé mande sobre el propio Mbappé, en cierta medida es también responsabilidad del jugador. Y, aunque no fuera así, aunque la empresa Mbappé mandara sobre el jugador muy a su pesar, la situación desde el punto de vista del Real Madrid no cambia nada. Porque cuando fichas, los fichas a los dos, al jugador y a la empresa.

Si he mencionado a Mesut Ozil no es por casualidad. Ozil, como Mbappé, quería ser jugador del Madrid. Con la diferencia de que él ya lo era. Ya lo había conseguido. Hasta que la empresa, que en la práctica estaba dirigida por su padre, decidió poner en riesgo su carrera con tal de ganar más dinero. Y Ozil abandonó el Madrid y se vistió con la zamarra del Arsenal.

Desde allí, su rendimiento fue decayendo poco a poco. El Mesut futbolista añoraba jugar en el Madrid y no lo escondió. Es más difícil pedirle disciplina a un jugador desencantado con su profesión, que a uno que está entusiasmado con su carrera. El Benzema actual no rinde más porque ya no esté al servicio de CR7, como muchos benzemistas (empezando por él mismo) se encargan de relatarnos, para justificar sus pasados periodos, a veces muy largos, de melancolía. No. El Benzemá actual rinde más porque actualmente es un enamorado de su profesión. Y no digo que antes no le gustara tener el balón y marcar goles… Pero no era un enamorado de su profesión. Sólo hay que recordar el mote aquel de “mesié empané”, para que se nos venga a la memoria la actitud que mostraba el actualmente gran capitán del Madrid y merecedor del Balón de Oro.

Pues teniendo esto en cuenta, es obvio pensar que la carrera de Ozil pudo irse a pique en cuanto el futbolista se desencantó y, como consecuencia, su disciplina se hundió en el fondo de los vasos de los pubs ingleses.

Dado que la empresa Ozil, responsable de truncar su carrera en lo deportivo, estaba encabezada por su padre, Mesut rompió sus relaciones con él. Pero era demasiado tarde para el futbolista. El tren del Madrid había pasado y Ozil nunca llegó a ser lo que podría haber sido.

Escribo todo esto para dar carpetazo a lo de Mbappé con lo que pensé cuando la empresa Mbappé, encabezada en primer lugar por su madre y en segundo lugar por su padre, se impuso al jugador.

Siempre supimos que si Mbappé no había venido a Madrid era por la presión de sus padres, que son de París de toda la vida y, oye, en Paris y con dinero se vive muy bien. Y si tus amigos y vecinos son de allí, ¿qué atractivo puede tener el mudarse a Madrid? Ninguno. Siendo francés, forrado de pasta y conociendo la ciudad, no me imagino que puede haber mejor que París. ¿Qué se les ha perdido a los padres de Mbappé en España?

A la empresa Mbappé nunca le convenció marcharse, porque la sede favorita de sus más altos directivos, mamá y papá, siempre fue París. Así que la empresa Mbappé siempre hizo fuerza para que el negocio no se moviera de allí. Muy a pesar del jugador, que soñaba con jugar en madridista.

La primera vez que la empresa se impuso al jugador, no pasó nada. Todos lo comprendimos. El muchacho estaba empezando a destacar, en el Madrid estaba la BBC, etc., etc.. Pero la primavera pasada era el momento. Si el jugador quería vestir de blanco, era el momento. No había otro. Entre él y el Madrid había existido un coqueteo de cinco años. Probablemente el Madrid y el madridismo nunca hayan deseado y esperado tanto y durante tanto tiempo a un jugador concreto. Todo parecía indicar que el romance se consumaría… Pero la empresa se impuso.

La empresa Mbappé, dirigida por mamá, sobre todo mamá, pero también papá, convenció al jugador de quedarse en París. Por mucha, mucha, mucha pasta. El propio Mbappé se autoconvenció de que todas las promesas deportivas de los dirigentes de Qatar se iban a cumplir y, así, tendría un proyecto deportivo a su medida. Y firmó por el club de la dictadura.

La empresa doblegó al futbolista y desde el primer momento me acordé de Ozil. Y pensé entonces, y pienso ahora, que lo de Mbappé tendrá un futuro similar: Su carrera nunca será la que pudo haber sido y su frustración le llevará a romper con sus padres, máximos responsables de la empresa Mbappé.

Ahora sale información de que a los dos meses el futbolista ya estaba lamentando la decisión empresarial. Ahora se ha hecho público que Mbappé quiere irse en enero y al Madrid. Pero no. Cinco años esperándote y cuando has podido no has venido. Y esto coronado con que el Madrid, en estos cinco años, ha ganado dos Champions. Podría esgrimirse que todo fue culpa del Mbappé empresa y no del Mbappé persona/jugador y que al jugador hay que perdonarle. El problema es que junto con el Mbappé jugador siempre habrá un Mbappé empresa. Y el éxito madridista en Champions ha demostrado que puede vivir sin el Mbappé jugador al tiempo que parece muy recomendable vivir lejos, muy lejos, del Mbappé empresa. Que es altamente contaminante.

Deja una respuesta