Por desgracia, lo que voy a contar aquí no lo encontraréis en los principales medios de comunicación. Pero no son cosas secretas. Están ahí. A la vista de quien quiera buscarlas y contrastarlas. Sólo hay que entrar en el buscador de Internet y tirar del hilo.
Antes que nada y para que nadie piense que soy florentinista, quiero recordar que ya dije en su momento que no me gusta la idea de la Superliga. No me gusta ni un pelo. Aunque ocurra rara vez, aunque cada vez sea más difícil, es hermoso que un equipo pequeño pueda ganarle un título a los grandes, o que al menos pueda ejercer de factor diferencial entre quién lo gana.
La Superliga europea acabará con miles de historias de clubes pequeños que ganaron a Goliat, o que al menos le hicieron tambalearse, y el fútbol perderá parte de su esencia. Es por eso por lo que me gustaría que la Superliga no se llevara adelante.
Lamentablemente, los Tebas, Roures y compañía, con los tejemanejes que ahora vamos a explicar, no hacen más que impulsarla, sin ser conscientes de hasta qué punto se están buscando su propia ruina.
Los Florentinos Pérez de los grandes clubes de fútbol no suelen pensar mucho en romanticismos. Son más prácticos. La Superliga dará mucho dinero a los que la jueguen, y dejará a dos velas a los que se queden fuera. Así que el club grande que quiera seguir siéndolo, no puede mirar hacia el pasado y decir: “Yo no participo”. Esto sería su desaparición. La de la Superliga es una rueda que, una vez que ha empezado a rodar, ningún club puede parar por su cuenta. A no ser que esté dispuesto a correr el riesgo de desaparecer. Por ello, Florentino, Bartomeu y otros dirigentes, no se bajan del carro, sino que la apoyan. En realidad, no pueden hacer otra cosa (a menos que hubiera espantada general, algo improbable). Les entiendo, pero no me gusta.
Los únicos que pueden parar todo esto son los actores que a veces forman más parte del problema que de la solución: los responsables de la UEFA y de las federaciones y ligas nacionales.
Por desgracia, el responsable de la Liga Española es Javier Tebas. Un hombre que se ha comportado en más de una ocasión como el sheriff autoritario de una peli de vaqueros, que como un dirigente responsable. Según sus filias y sus fobias, te podías encontrar con él en mitad de la calle, con la mano acariciando el revólver y diciendo: “Este pueblo es demasiado pequeño para que quepamos tú y yo”.
Tebas ha chocado con Florentino en más de una ocasión y no ha dudado de tratar de lanzarle contra la opinión pública, aprovechando sus amistades en los medios. Vuelvo a aclarar: yo sólo hablo de lo que rodea al fútbol. No defiendo a Florentino, ni me refiero a sus negocios en ACS, ni nada. En el terreno de lo futbolístico, Tebas (que tiene los huevazos de presumir de madridista), ha chocado con Florentino y ha tratado de usar sus influencias en los medios contra él. Es su forma de disparar su revólver. Como cuando afirmó, hace unos meses, que las decisiones del VAR habían cambiado merced a una llamada de Florentino a Rubiales (presidente de la RFEF) de media hora. Lo dijo a la prensa, sugiriendo, además, que el nuevo VAR tiende a beneficiar al Madrid. No sé si esa llamada existió, ni qué hay de verdad o mentira en aquello. Lo que sí sé es que Tebas lo proclamó a los cuatro vientos y es evidente la intención y la situación en que dejaba a Florentino Pérez y, sobre todo, al Real Madrid que dice amar.
Tebas quiere que su Liga, repito, su Liga, no desaparezca aplastada por la forastera Superliga. Pero es amigo de Roures, el presidente de Mediapro, a quien le había vendido los derechos de la Liga, y dueño del anterior VAR. El VAR que sí le gustaba a Tebas, el que concedió como gol una patada de Luis Suárez a un portero rival y el que no vio los penaltis clamorosos que le hacían a Varane en el Camp Nou… mientras Tebas aplaudía con las orejas. El VAR que sí pita los penaltis de Lenglet ya no le gusta tanto a este “madridista”. Qué raro que las quejas de este “madridista” sean tan parecidas a las de Koeman o, en su momento, Setién.
No estoy diciendo nada que los protagonistas hayan ocultado. El propio Tebas presume de su amistad con Roures.
Más allá de sus intereses políticos, por los que azuzó el independentismo catalanista, Roures es un culé convencido, que ha presumido en público de ayudar económicamente al Barça, ofreciéndole contratos televisivos muy superiores a los que el Barça podía encontrar en ningún otro sitio. Y el de los derechos televisivos es otro de los ejes de todo esto.
Junto con la amenaza de la Superliga, Florentino Pérez habló de la retransmisión sesgada y nada objetiva que ha sufrido el Madrid en los últimos años, y la narrativa en general que suele circular sobre los partidos del Madrid. Actualmente, cualquier cosa que se pite a favor del Madrid es calificada de robo y escándalo, mientras que cualquier polémica en su contra es minimizada e incluso ocultada, tanto por los que retransmiten, como por los que luego construyen el relato de lo ocurrido.
Eso es algo que hemos visto todos y que evidenció en su momento Isco Alarcón, en su mejor jugada (lástima que ocurriera fuera del terreno de juego), poniendo un tuit en el que comparaba el relato que hacía el antimadridista Juanma Castaño del partido de la Robontada (“una gesta, no del fútbol, sino del deporte en general”), con el que hacía de la clasificación del Madrid ante la Juve, el año de la 13ª (“un escándalo de nivel mundial”).
Pues bien, en el caso de Roures la cosa cada vez apesta más y el olor sólo se puede ocultar gracias al corporativismo de los medios de comunicación españoles, que han decidido no poner el ventilador, no vaya a ser que la mierda les salpique. La podredumbre no sólo tiene que ver con las retransmisiones sean sesgadas, que lo son, aunque Tebas lo niegue por amor a su amigo.
Mediapro acumula escándalos en los últimos años y a la pérdida de los derechos de la liga italiana hace dos años, se le acaba de sumar la de la liga francesa. En ambos casos fue a por los derechos televisivos prometiendo pagar cantidades de dinero que no podía pagar y sin presentar ningún aval que garantizase que cumpliría con lo prometido.
En Italia ganó el concurso de derechos audiovisuales, pero los italianos no llegaron a firmar nada porque no llegó el aval económico exigido, y el contrato se fue al limbo. En Francia mordieron el anzuelo y firmaron. El contrato se ponía en marcha esta temporada y ahora ven que el dinero no llega.
El fútbol francés contaba con ese dinero, más en tiempo de pandemia, y el impago del amigo Roures lo ha puesto en jaque. Al final, le han retirado los derechos a Mediapro y ahora están en busca de soluciones que tapen el agujero que ha dejado este señor.
El tema es que no es el único follón en el que se ha metido la empresa del amigo del sheriff. En 2018 fue multada por sobornar a directivos de la FIFA. Sí. Los sobornos, el fraude en Italia y el fraude en Francia han sucedido se han destapado en un plazo de apenas dos años.
En resumen: Mientras los preparativos para lanzar la Superliga siguen avanzando, los responsables de algunas ligas nacionales negocian los derechos de televisión con una empresa fraudulenta. La palma se la lleva la Liga española porque quien la dirige, Tebas, es amigo del dueño de la empresa fraudulenta, Roures.
Cuando la empresa fraudulenta se encuentra en una situación de debilidad (la UEFA no le permite presentarse a la puja por los derechos de la Champions y, en España, la RFEF no le ha permitido presentarse a la puja por los derechos de la Copa del Rey), y con la amenaza de la inminencia de la Superliga sobrevolándolo todo, Florentino Pérez se queja con regular disimulo de que Mediapro (entre otros) no trata bien al Real Madrid. Entonces a Tebas le falta tiempo para acudir al programa de Juanma Castaño, a poner a parir a Florentino.
Perdónenme, pero lo que yo entiendo en todo esto es que Florentino le está lanzando un mensaje al sheriff y éste no quiere darse por enterado. Sale con sus maneras de sheriff a decir: “En este pueblo la ley soy yo…”. Pero se equivoca. A Florentino no le gusta hablar en la prensa. A él le gusta hacer negocios con discreción. Y si ha hablado en público es porque algo trama. Así que ir de chulo, desafiando, acudiendo al pseudoperiodismo antimadridista…. No es lo más inteligente.
Lo inteligente sería romper con Roures y renegociar los derechos televisivos con otra empresa. Y hacerlo mejor. Porque otra queja que pueden y deben tener los clubes españoles, es que tras una década en la que el Real Madrid y el Barça se han paseado por la Champions League, acaparando títulos; con el Sevilla arrasando en la Europa League, con el Atlético llegando a finales de Champions y arañando las Europa League que dejaba el Sevilla… Con los dos jugadores con más seguidores y merchandising del mundo, Cristiano Ronaldo y Messi, disputándose temporada tras temporada el Balón de Oro; con el Clásico como el encuentro de fútbol más visto en todo el planeta; con la ascendencia histórica de España sobre Iberoamérica, la región del mundo más futbolera (descontando la propia Europa), con la pujanza de los hispanos en EEUU… con todo eso, Tebas le vendió a Roures los derechos de televisión de la Liga a un precio tres veces inferior de lo que se lleva la Premier por el mismo concepto. Algo inexplicable, a no ser que añadamos la palabra “amigo” a la frase anterior: “…con todo eso, Tebas le vendió a su amigo Roures…”
Por eso, cuando Florentino habla de que los clubes grandes necesitan más ingresos, apunta a Tebas. Y cuando habla de nuevas maneras de conseguirlos, lo que está diciendo es: “Si no me das más, me voy a la Superliga y a ver cómo te las apañas sin nosotros.”
Personalmente, creo que las declaraciones de Florentino exigiendo más dinero por los derechos de televisión y mejor trato para el Madrid en la prensa, las hace porque ve que se encuentra en una posición ganadora. Florentino Pérez es un tiburón de los negocios, que se ha mantenido a la espera, buscando el momento propicio para atacar. Si el sheriff Tebas todavía no se ha dado cuenta, será devorado antes de poder desenfundar su revólver. Así que más le vale dejarse de egos, de amigos empresarios y de Juanmas Castaños, y mover el culo para poder ofrecer un producto que haga menos tentadora la marcha blanca (y culé) a la Superliga.