Recuerdo que en cierta época viví en Sevilla y a la sazón vi varios partidos del equipo homónimo en Canal Sur. Allí fue la primera vez que me escandalicé al ver cómo alguien podía negar la violencia porque simplemente la ejercía su equipo.

Sin ser del Atlético de Madrid, que nunca lo he sido, vi un Sevilla – Atlético, y unas narraciones que me dejaron estupefacto. Los comentaristas de Canal Sur iban claramente con el Sevilla, lo que no me parecía mal. Recuerdo que los centrales del Sevilla, la pareja de centrales más violenta que recuerdo en el fútbol español, Pablo Alfaro y Javi Navarro, tipos de los que a pesar de repartir leña a diestro y siniestro le caían bien a la prensa, le hacían todo tipo de perrerías a los jugadores rojiblancos. Me acuerdo especialmente de una agresión, porque sí, de Javi Navarro al Niño Torres: el balón había salido del campo y Torres retrocedía a posicionarse en su lugar correspondiente cuando Navarro, que iba caminando tranquilamente, le vio acercarse y, al pasar el Niño por su lado, ¡zas!, codazo en la cara. Y me acuerdo con más estupor todavía de que los comentaristas decían: “Le ha dado sin querer, ha levantado el brazo para mantener el equilibrio (?)…” y un sinfín de tonterías que no se sostenían, con tal de justificar la injustificable agresión del jugador del equipo andaluz. Sólo porque era Canal Sur, el Sevilla un equipo andaluz y el Atleti no.

Me escandalizó porque antes de aquello, yo ya sabía que Alfaro y Navarro eran los más marrulleros y guarros del campeonato. Tal era la cosa, que mi abuelo apodaba al primero de ellos como “El carnicero de Albacete”, en alusión a un matón de la Guerra Civil, conocido así por cosas que todos podemos imaginar.

Pero Alfaro y Navarro caían bien. Eran “tipos duros”, no jugadores guarros y violentos. No. Solamente tipos duros, a los que admirar por su rudeza. Esos “tipos duros” que el Madrid no se puede permitir tener, porque ya vemos lo que se dice de Ramos o de Casemiro, que son mucho menos “duros” que aquellos. Imaginaos si fueran como aquellos.

El caso es que todo esto serían chascarrillos sin importancia, si no fuera porque la violencia trae consecuencias. Y lo que tenía que suceder terminó sucediendo un día y no fue mucho después de aquel infame partido ante el Atlético que tan estupefacto me dejó.

Jugando contra el Mallorca, Navarro terminó mandando a un rival, Arango, a la UCI, literalmente. Le metió tal codazo (para mantener el equilibrio, supongo) al jugador más talentoso del equipo rival que no sólo le rompió la nariz, sino que Arango sufrió una parada cardiorespiratoria y su vida llegó a correr peligro. Fue trasladado en una UVI móvil a una UCI. El médico que le atendió informó: «Ha llegado sedado y con un bajo nivel de consciencia y con ventilación espontánea. Una vez en urgencias hemos procedido a entubarlo y ponerle ventilación mecánica para poderle hacer unas pruebas diagnosticales. Sufre una fractura del malar superior derecho con sangre en el interior del seno y una herida contusa en el labio superior derecho. No hay lesión cerebral grave, pero no sabremos si está fuera de todo peligro hasta las próximas 12-24 horas, porque hay que ver qué tal despierta de la sedación».

Por suerte Arango salió vivo de aquella y pudo contarlo. Javi Navarro lo pasó mal porque se dio cuenta que podía haber matado a un compañero de profesión y la prensa se cebó con él. Hasta tal punto de que el Sevilla y ciertos entornos se pusieron a homenajearle y a ponerle como víctima de todo aquello. Un susto en el fútbol español y unos acontecimientos bochornosos, que nadie en su sano juicio querrían ver repetidos.

No fue casual que uno de los centrales más violentos y consentidos del fútbol español, estuviera a punto de matar (involuntaria pero violentamente) a un rival. Era algo que se veía venir y el principal problema no era su violencia. El problema es que esa violencia estaba consentida por las filias y las fobias de unos y otros.

El problema es que hoy vivo una sensación parecida y a veces tengo la sensación de que volverá a ocurrir, pero no con unos centrales concretos, sino con casi cualquier jugador que se enfrente al Madrid.

El lunes vimos como a Vinicius le pegaban una patada en la rodilla, de roja directa y no pasaba nada o, peor, le sacaban amarilla al mismo Vini. En la retransmisión, sólo Valdano se atrevió a decir algo semejante a “pobre Vinicius, que le pegan, le amonestan y encima el estadio le silva…”, lo que es una frase que se puede repetir en casi cada estadio que visita el Madrid. Pero no se trata de que peguen especialmente a Vinicius, pegan a cualquiera que vista de blanco. Lo que pasa es que Vinicius es el que más conduce y el que más regatea, con lo cual es el que más patadas se lleva. Ante la chanza de comentaristas y fanáticos que cuando Vini o el Madrid se quejan, le llaman piscinero o hablan de Casemiro, que aunque a veces también va al límite, no hace nada comparable a lo que le hacen al Madrid cada partido. E insisto que no se trata de Vinicius, sino del Madrid en general, a pesar de que el brasileño se lleve más cantidad de golpes por su estilo de juego. Y el ejemplo fue el mismo lunes, cuando una entrada con los tacos por delante de un pobre diablo, mandó a Rodrygo directamente a la enfermería. Y el tipo, que ni fue expulsado ni nada, todavía tuvo la cara dura de decir que era falta del madridista y que él era la víctima… pero que como Rodrygo es del Madrid, pues le habían pitado falta. Luego se retractó de sus palabras, al ver por la televisión lo lejísimos que estaba de la realidad. Pero en ningún momento pidió perdón por acusar al Madrid de ser favorecido por los árbitros, ni se disculpó con Rodrygo por mandarle a la enfermería.

Y ante esto, el Madrid ha protestado tibiamente y se ha encontrado una horda de fanáticos diciendo: “Casemiro qué, Casemiro qué, Casemiro qué…”. Pues Casemiro, desde que se fue Ramos, es el blanco de sus iras, mayormente injustificadas.

Lamentablemente no se ha dado la necesaria denuncia de esta violencia que no es la primera, ni la segunda, ni la tercera vez… que sufren los blancos. Por eso veo inevitable que un día manden a alguno a la UCI o tengamos una desgracia peor y el que más papeletas tiene es Vinicius. ¿Apostamos quién y cuándo le mandarán a la UCI?

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