Permítanme dar un rodeo hasta llegar a lo plenamente futbolístico. Pero se me hace necesario contextualizar la situación.

Cuando empezó el confinamiento por la pandemia, salieron poetas y filósofos queriéndonos enseñar el lado bueno de la situación actual y que toda esta desgracia del Covid 19 nos haría mejores personas.

Y es cierto que muchos sanitarios, y profesionales de distintos ámbitos, así como voluntarios y sacerdotes, se jugaron todo por ayudar a los demás. Decenas de ellos lo pagaron con su vida.

Tampoco hay que olvidar a todos aquellos que se quedaron en casa, a pesar de que no poder salir les suponía un drama. Aquellos que sufrían violencia en el hogar o aquellos que perdieron su negocio o su medio de subsistencia. También ellos han hecho grandes sacrificios para frenar la pandemia. Y los niños que han soportado el encierro en viviendas pequeñas, sin comprender muy bien lo que pasaba fuera, y que ya veremos cómo les ha marcado psicológicamente esta situación el resto de sus vidas.

Todo el esfuerzo de tantos millones de personas es digno de mención. Hubo mucha bondad y sacrificio por parte de mucha gente.

Pero el mundo no cambió tanto como habríamos podido imaginar.

La mayoría de las organizaciones supranacionales, como la Organización Mundial de la Salud, no mejoraron. La OMS ha cometido errores y ha opuesto resistencias a rectificar y da la sensación de que los intereses económicos la alejaron en más de una ocasión de bien común.

De igual modo, los gobiernos de los distintos países han seguido priorizando sus propias ideologías e intereses antes que el bien común. En España no sólo ha sido penosa la actuación del Gobierno en muchos momentos, sino también la de la oposición y la de los gobiernos regionales. Especial mención para la vergüenza ajena que han producido los nacionalistas en su barrer para casa. Todo el mundo intentando ponerse medallas a sí mismo y echando mierda a los demás, mientras el contador de muertos subía, las PYMES se arruinaban y el desempleo se disparaba.

La prensa ha hecho y sigue haciendo una labor absolutamente lamentable. Si uno quiere tener un mínimo de información veraz y fiable tiene que tirarse horas buceando por Internet y contrastando informaciones. Los grandes medios han lanzado montones de datos sueltos como si eso fuera información. Pero no, no es lo mismo una tormenta de datos al tuntún, que la recopilación de los datos adecuados, extraídos de las fuentes adecuadas y relacionados de la forma adecuada, de tal forma que se conviertan en información.

Además, en la prensa han tenido más peso, pero mucho más peso, las cuestiones ideológicas y las afinidades partidistas, que la verdad y el rigor informativo.

Un ejemplo de todo este despropósito es que frente a los rebrotes producidos en espacios cerrados, mal ventilados y llenos de gente… las comunidades autónomas están obligando a llevar mascarilla por la calle, el lugar donde más improbable es el contagio. Por supuesto, esa medida no va a impedir que los rebrotes producidos en espacios cerrados, mal ventilados y llenos de gente sigan en aumento. Es de cajón. Pero ilustra muy bien a dónde lleva toda esta amalgama de egoísmos y ruindades que lamentablemente impiden una buena gestión de la pandemia.

Las discotecas, por ejemplo, puro caldo de cultivo del coronavirus, están abiertas y en estos días es cuando están empezando a plantearse el error que ello supone. Pero si hay rebrotes la culpa es tuya, porque bajaste la basura sin ponerte mascarilla. Ese es el nivel de sinvergonzonería al que han llegado ciertas instituciones.

Y no hablemos ya de las farmacéuticas y de sus intereses económicos, puestos por encima de la salud de la Humanidad entera…

Bueno, establecido ya ese marco en el que vemos estamos, una situación dramática y de excepcionalidad, volvemos al fútbol.

La Liga de Fútbol Profesional ha tratado de terminar la temporada de la mejor forma posible, tras el parón del confinamiento. Esto ha permitido rescatar algo o mucho de la economía de muchos clubes de Primera y Segunda, que estarían en mucho peor situación si esta reanudación no se hubiera dado. Tienen suerte de que aquí no se ha dado por terminada la temporada, como ocurrió en Francia.

No ha sido un fin de temporada normal. Jugando en fechas en las que no se suele jugar, con partidos día sí día no, con los campos vacíos, y haciendo pruebas PCR de manera permanente a los jugadores porque se sabía que la liebre podía saltar en cualquier momento…

Y todo parecía que iba a acabar bien, hasta que la liebre saltó en la última jornada de segunda. Doce jugadores del Fuenlabrada dan positivo poco antes de jugarse el partido contra el Deportivo, por lo que el encuentro es suspendido.

Lo lógico, lo honrado habría sido que todos los clubes de Segunda respetasen la situación y esperasen en silencio la resolución de las autoridades competentes, asumiendo las consecuencias de la misma. Salvo que se decidiera hacer alguna barbaridad, que no se ha hecho.

Porque aquí lo principal es el bien común. Es controlar una pandemia. Y el fútbol, si se puede bien. Y si no, ajo y agua. No estamos en una situación normal y hay que asumirlo.

Por todo esto, produce vergüenza que el Deportivo, el Elche, el Rayo y el Numancia hayan protestado formalmente la decisión de aplazar el partido y, más aún, que amenacen con acciones legales.

En primer lugar, Deportivo, Rayo Vallecano y Numancia han fracasado en sus objetivos por méritos propios, independientemente del partido aplazado. Deportivo y Numancia bajan a Segunda B, pase lo que pase. Y el Rayo se queda fuera de los playofss de ascenso, pase lo que pase. Sus quejas queriendo lograr por medio de los despachos lo que no han conseguido en los terrenos de juego están totalmente fuera de lugar. No son comprensibles, ni aceptables en ningún contexto. En el fútbol unos ganan y otros pierden. Como en todo deporte de competición. Y en esta ocasión a ellos les ha tocado la derrota. Y punto. El partido entre el Fuenla y el Depor no les suma ni les resta nada, así que deben dejar de señalar culpables fuera. Sus lamentos son injustificables, porque su derrota se ha dado en los terrenos de juego.

Por otro lado, el Elche depende de que el Fuenlabrada no puntúe ante el Deportivo. Su queja tiene su razón de ser en el hecho de que el Dépor, una vez sabido que ya no se salva, no jugará con la misma intensidad contra el Fuenla. Sin embargo, el Elche es un equipo que ha tenido 42 jornadas para cumplir sus objetivos. Y ha llegado al final del campeonato con muy pocas opciones. Dependiendo de otros. Es el Fuenla el que ha llegado al final dependiendo de sí mismo. Así que si el Fuenla gana el partido aplazado, ajo y agua.

No quiero defender al Fuenlabrada, que a lo mejor debería dar su partido por perdido por incomparecencia. Es mala suerte que doce jugadores se contagien de coronavirus, como también son mala suerte las lesiones. Y así se podría entender la situación, como si fuera normal.

Pero no estamos en una situación normal. Estamos en una situación de excepcionalidad y las condiciones en que se han reanudado los campeonatos son distintas. Y todo el mundo lo ha aceptado de antemano. También el Elche.

El problema, además, no es que los jugadores del Fuenla no puedan jugar. Probablemente la mayoría sean asintomáticos y puedan jugar a la perfección. Si no lo hacen, no es por ellos. A ellos ya no les cambia nada el hecho de jugar o no jugar. Somos los demás a los que perjudica que jueguen, pues pueden regenerar una curva de contagios contra la que toda la sociedad lleva meses luchando. Pero si es por ellos, su enfermedad no se va a agravar por saltar al terreno de juego. Es por nosotros por lo que no salen. Es por los jugadores del Dépor y por todos los demás equipos y toda la sociedad en general, por lo que se suspende el partido.

Así que sería muy ruin hacerles perder el encuentro por incomparecencia. No sería justo.

Todos estos clubes que se quejan, deberían mirarse en el espejo de Zidane.

Al francés le ha pasado de todo este año.

Volvió a un equipo decadente, al que nadie pudo enderezar el año pasado y que en la pasada pretemporada salía goleado de casi todos los partidos. No pudo vender a James ni a Bale, así que tuvo que integrarles en el grupo y darles minutos. Se pasó el verano pidiendo, deseando, a Paul Pogba y no se lo trajeron. Hazard, el jugador llamado a ser la estrella del equipo, vino fuera de forma, se lesionó y no ha llegado a recuperarse nunca… Keylor Navas le estropeó la planificación en la portería: primero dijo que quería quedarse y convenció a Zidane y al club de que lo haría. Por ello se cedió a Lunin. Pero a última hora, con Lunin ya cedido, Navas decidió marcharse. Hubo que parchear la portería con un Areola al que le viene grande la camiseta.

Y aunque la temporada no arrancó mal del todo, empezó a torcerse poco a poco. La prensa atizó a Zidane todo lo que pudo y más. Se llegó a decir que se cargaba a los jugadores con talento. Y aunque hubo motivos para quejarse de los árbitros, Zidane no se quejó. Tampoco lo hizo cuando Jovic marcaba y le anulaban los goles por fuera de juego. Si no se quejó por lo injusto, tampoco lo haría por lo que estaba bien pitado.

Así no hablo de los penaltis no pitados a Varane en el Clásico, ni tampoco de cómo ganó el Barça al Granada o al Betis…

Y cuando en la reanudación del campeonato, la Liga de Tebas le puso unos horarios leoninos, tampoco se quejó.

¿Sabéis señores del Deportivo, del Elche, del Rayo y del Numancia, qué hubiera pasado con el Madrid si en la última jornada se hubiera encontrado con la suspensión de un partido, de quien fuera y por el motivo que fuera?

No hubiera pasado nada. Porque a diferencia de ustedes, a pesar de todos los problemas que se encontró, bien por la mala suerte, bien porque le ponían palos en las ruedas, Zidane llegó a la última jornada con los deberes hechos. La Liga ya estaba sentenciada.

Por cierto, he dejado para el final el mayor problema de Zidane esta temporada. Nadie se acuerda porque el francés nunca se quejó, pero… ¿Recuerdan que en plena pretemporada abandonó la concentración por unos días? ¿Recuerdan cuál fue el motivo? Yo sí. Su hermano acababa de fallecer.

Exáctamente usn año más tarde Zizou levantaba la copa de campeón de Liga, la liga más extraña y problemática de cuantas se hayan jugado.

Aprendamos de Zizou.

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